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Ió caminaba por uno de los pasillos del hospital de San Mungo. Acababa de amanecer y los rayos rojizos del sol le daban un color anaranjado al lugar. Ió estaba agotada, se había pasado la noche entera en vela junto a su madre, a la espera de que los medimagos consiguieran estabilizar a Robert Keith. Por fin, hacía una hora escasa, les habían dado la buena noticia: Robert Keith estaba estable y casi podían decir que fuera de peligro. Su madre le había pedido que volviera a Hogwarts porque necesitaba descansar, pero antes de regresar a la escuela, quería ver a Alice.

San Mungo no había vuelto a vivir una situación tan horrible como aquella desde los tiempos de Grindelwald. Todos los medimagos, sobretodo los más mayores, lo comentaban: magos heridos de gravedad, muggles muertos, otros heridos...

Ió se había enterado de que Alice, Fabian Prewett y Benjy Fenwick, eran los brujos que peor parados habían salido. Le habían dicho que incluso Fabian Prewett había pasado por quirófano.

Llegó a la habitación donde le habían dicho que Alice estaba y picó suavemente. Le abrió Frank Longbottom. El muchacho le sonrió y le revolvió el cabello antes de decirle muy bajito que pasara. Dentro había dos personas más que dormían en uno sillones; un hombre y una mujer, que debían ser los padres de Alice. En la cama estaba Alice durmiendo. Ió se acercó a la muchacha y le acarició una mano. Tenía un gran morado en la mejilla izquierda y varias rascadas en la cara. La pierna derecha la llevaba completamente vendada y por el camisón entreabierto, Ió pudo ver vendas alrededor de su torso.

'Alice...' - Ió le acarició la mano y la besó en la mejilla buena. - 'Gracias por todo.'

Frank se sentó a los pies de la cama.

'¿Cómo está tu padre?'

'Estable.' - Respondió Ió encogiéndose de hombros.

Frank suspiró largamente.

'Fallamos en el plan de evacuación de los muggles y de tu padre.' - Murmuró Frank con enojo. - 'Y lo hemos pagado caro.'

'Hicisteis todo lo que pudisteis, vosotros no tenéis la culpa de nada.' - Le dijo Ió mirándole a los ojos. - 'Dale las gracias a todos los de la Orden del Fénix por proteger a mi padre. Estoy en deuda con vosotros y cuando sea mayor de edad, si no puede ser antes, formaré parte de la Orden.' - Ió miró a Alice. - 'Antes tenía algunos prejuicios respecto a la Orden, ahora os admiro.'

Tan solo hacía unas pocas horas que había amanecido en Hogwarts y en la Sala Común de Gryffindor un par de personas ya estaban armando alboroto a pesar de ser domingo y tan temprano. El prefecto de Gryffindor, Remus Lupin, bajaba por las escaleras del dormitorio de los chicos seguido de su amigo James Potter, y aunque solía ser al revés, esta vez era James el que iba echándole la bronca a Remus.

'¡Joder James, ya vale!' - Bramó harto Remus al llegar al último peldaño de las escaleras del dormitorio de los chicos. - '¡Ya me he enterado!'

'¡Pues entonces vuelve arriba y ponte a dormir!' - Le gritó James desde un poco más arriba.

'¡Ió acaba de volver!' - Le informó Remus. Llevaba el mapa del merodeador en la mano y se dirigía al hueco del retrato. - '¡No pienso irme a la cama!'

James bajó las últimas escaleras de un salto y agarró a Remus del brazo antes de que el chico pudiera salir de la torre. El licántropo se encaró a él con una mirada cargada de agresividad que solía aparecerle cuando se acercaba la luna llena, pero James lo conocía bien y ni le temía, ni le intimidaba, por lo que no se movió.

'Escúchame...' - James le susurró al oído: - 'Mañana por la noche es luna llena y tú estás hecho una mierda cuando se acerca. Encima no has dormido nada, toda la puta noche has estado mirando el mapa por si volvía Ió, y seguro que estás peor que normalmente así que haz el favor de irte a descansar porque sino te vas a caer al suelo en cualquier momento.'

Un quizás de James y Lily PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora