𝑺𝒐𝒇𝒕 ✩ k.seokjin • k.jisoo

s e i s (I)

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Eran pasadas las diez de una mañana bastante tranquila, Jin permanecía en el cuarto de lavado del edificio con lo último de su ropa sucia. La enorme habitación llena de máquinas de lavado algo viejas y un par de secadoras estaba silenciosa, nadie parecía estar cerca de donde Jin seguía con sus tareas. Con parsimonia revisaba algunos pantalones, para su mala suerte comenzaba a ver roturas y agujeros en distintas partes, por lo que pronto tendría que pensar en comprar más ropa.

Encendió la maquina frente a él y dejo que esta hiciera su tarea, quizá después sería hora de ir al supermercado, aun debía pensar en que comería y cenaría ese día. Sus días libres en el trabajo se resumían a eso: tareas domésticas, idas al supermercado y uno que otro paseo improvisado por la ciudad.  Con un suspiro de aburrimiento Jin comenzó a juguetear con su teléfono, aunque no había mucho que hacer con el aparato. El sonido de la maquina hacía eco alrededor, el joven castaño observo a sus costados asegurándose de que nadie estuviera cerca y sin saber exactamente porque rebusco en su bolsillo hasta dar con su billetera. Con cuidado tomo una pequeña tarjeta que se quedó observando por largos instantes, suspiro y después observo su teléfono como si de un arma se tratara.

<< No puedo creer que esté haciendo esto... >>.

Con las manos temblorosas y la boca seca Jin sostenía la tarjeta que el señor Song le había dado días antes, había pensado en su ofrecimiento por mucho tiempo pero era la primera vez que parecía dispuesto a hacerlo. Tecleo los dígitos del número pero cuando se disponía a presionar la opción de "llamar" se quedaba congelada en su sitio. Por alguna razón seguía debatiéndose si debía aceptar o no aquella oferta. No le había mencionado nada a nadie en la cafetería, solo la señora Lee había escuchado de labios del castaño el inesperado encuentro. Por su parte la mujer le había felicitado con creces y una sonrisa cálida en el rostro, incluso lo había envuelto en un abrazo afectuoso, mismo que Jin agradecía con creces.

Con tan solo unos meses la señora Lee se había convertido en su mayor apoyo. "Te lo mereces, cariño. Estoy segura de que todo saldrá bien" fue lo último que la mujer le dijo antes de despedirlo.

Sabía que debía estar emocionado, feliz y ansioso, pero aún con esa tarjeta en mano sentía un vacío en su pecho. No podía compartir con nadie lo que le ocurría, no tenía a nadie con quien hablar sobre lo que pasaba en su vida. Había decidido no hablar de todo el asunto con Hyerin o Hani debido a que la presión en el trabajo parecía asfixiar a todos, y no quería que ellas pensaran que iba a abandonarlas. Sus padres y su hermano eran la última de las opciones, y no tenía amigos ni nadie cercano en aquella ciudad a quien contarles lo que pasaba con su vida.

Para Jin la soledad pesaba más cada día en ese nuevo lugar. De alguna forma parecía que esa sombra le perseguía sin importar que hiciera, sin ninguna oportunidad de hacerla desaparecer. Así fuera en su propio hogar, en esa ciudad o en cualquier otra parte, aun cuando encontraba momentos de tranquilidad en su vida, seguía sintiéndose terriblemente solo.

Sin darse cuenta se había quedado observando los dígitos de aquel número en la pantalla de su teléfono. Movía sus dedos sobre la superficie metálica junto a un ritmo nervioso y frenético. Se reprendía a sí mismo la falta de valor, pero seguía sin presionar el botón.

<< ¡Sólo hazlo! >> Se gritó a sí mismo mentalmente.

Sin más presionó el botón verde y comenzó una llamada. El sonido de espera resonaba junto a su oído, Jin movía su mano libre sobre su pierna con nerviosismo. Parecía que nunca responderían, y eso sólo lo hizo sentir más preocupado. Paso sus dedos sobre su boca, mordiendo algunas de sus propias uñas debido a los nervios,  << Listo, me han engañado. Ahora seguiré con mi vida y olvidare que esto paso >> pensó mientras el sonido de espera se alargaba.