𝑺𝒐𝒇𝒕 ✩ k.seokjin • k.jisoo

v e i n t i s i e t e

"Un sueño no se vuelve realidad por arte de magia; requiere sudor, determinación y trabajo duro"

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Los copos de nieve habían abandonado ya el lugar, danzando con el viento dando paso a la primavera en la enorme ciudad. La temperatura aumentaba paulatinamente mientras los estudiantes se preparaban para dar inicio a un nuevo semestre lleno de posibilidades.

Era de mañana y las calles de la ciudad ya hervían en movimiento, los árboles bailaban debido a la brisa matutina y el cielo ya comenzaba a pintarse de un azul suave. Pero aun cuando pintaba para ser un día bastante agradable, Seokjin no podía evitar refunfuñar debido a tener que madrugar cuando su turno en la cafetería comenzaba hasta la tarde. Y es que ese mismo día tenía que asistir a un casting, aunque no estaba seguro de querer trabajar para alguien que organizaba una reunión tan temprano un lunes.

Hacia unos días Julianne le había explicado en general la idea: una marca de accesorios que buscaba lanzar productos masculinos y una sesión para su muestrario para ventas en línea y campañas publicitarias. En resumen, era algo bastante grande para Jin y su limitada experiencia. Seokjin no podía evitar imaginar lo exigentes que debían ser esas personas, con un estándar inalcanzable de perfección y un ojo crítico que terminaría por quemarlo vivo. Citarlo tan temprano debía ser parte de un plan malvado. ¡Se tenía que ser condenadamente atractivo para poder lucir bien a esa hora de la mañana ¡

Ahogando un bostezo el castaño subió al metro casi automáticamente, su cuerpo se movía por inercia debido a su enorme deseo de volver a su cómoda cama y dormir un poco más. Seokjin había intentado no lucir como un muerto fresco lavando su rostro al despertar, se encargó de hidratar su piel con una crema que Jisoo le había instado a comprar... Por ahora su cabello estaba ligeramente alborotado, pero el gorro de la sudadera que vestía se encargaba de mantenerlo a raya. Además de sus jeans y sus zapatillas deportivas, no usaba la gran cosa en realidad.

La comodidad era un privilegio que utilizaba sabiamente.

Dio un vistazo a su móvil para comprobar la hora y se aseguró de no pasar de largo la estación correcta. Con un suspiro tomó asiento en un extremo cercano a las puertas del vagón, colocó su mochila sobre sus piernas y después simplemente apoyó su cabeza contra la ventana. El sonido del vagón deslizándose sobre las vías llenaba sus oídos, al igual que la voz pregrabada anunciando cada estación.

El trayecto fue tranquilo, ni siquiera llevaba consigo un par de audífonos así que se volvió aburrido después de un rato. Sus ojos paseaban alrededor para después fijarse en los anuncios que permanecían en cada estación. No podía evitar imaginarse a sí mismo cuando se trataba de anuncios con modelos masculinos, aunque cuando sus ojos vieron una campaña bastante "sugestiva" donde un chico y una chica posaban dentro de una tina no pudo evitar sonrojarse y retirar los ojos rápidamente.

<<Eso es demasiado para un principiante>> pensó el castaño.

Pasaron casi 20 minutos cuando llegó a la estación correspondiente. Salió del vagón y fue directo a la salida, con su móvil en mano y el mapa mostrándose en la pantalla listo para la travesía. Camino a través de la acera y cruzó calles hasta que se encontró con un local bastante elegante. Observó el exterior del edificio buscando alguna pista, aunque los cristales eran como espejos negros que no permitían vislumbrar el interior. Frunció el ceño mientras revisaba el número que aparecía en la dirección, para finalmente comprobar que ese era el lugar al que debía presentarse.

Subió las pequeñas escaleras que presidían a una puerta, donde había un timbre con lo que parecía un intercomunicador. Toco el timbre aguardando alguna señal, cuando una voz hizo que saltara en su sitio del susto. Retrocedió un poco, hasta que entendió que se trataba de alguien hablando a través del intercomunicador. Presionó el botón de nuevo y se presentó, acto seguido la puerta se abrió dándole paso al interior.