𝑺𝒐𝒇𝒕 ✩ k.seokjin • k.jisoo

t r e i n t a i d o s

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El sol ilumino el cielo a primera hora como de costumbre, los pájaros ya se movían ruidosos a través de los arboles mientras la ciudad despertaba de una noche larga y reparadora. Dentro de aquel edificio residencial todos parecían despertar para un nuevo día dentro de la misma rutina.

Jisoo se removió entre las sábanas, frunció el ceño cuando la luz se encontró con sus párpados aún cerrados y después parpadeó lentamente hasta que sus ojos se acostumbraron a la luz del nuevo día. Un suspiro cansado se escapó de sus labios, comenzó a frotar sus ojos con sus manos y bostezó antes de desperezarse estirando sus brazos hacia arriba.

Despertar siempre era un trabajo duro.

La joven buscó su móvil entre las sábanas, hasta que dio con él debajo de su almohada. Eran apenas las diez de la mañana, por lo que aún tenía algo de tiempo para descansar; era fin de semana después de todo.

Pero entonces Jisoo recordó que no estaba exactamente sola en su departamento.

Su ceño se frunció mientras se sentaba aún con las sábanas sobre sus piernas. Guardo silencio, esperando escuchar algún movimiento fuera de la habitación. Sin embargo, parecía que nadie se movía, por lo que Jisoo se vio en la necesidad de dar un vistazo afuera. Con parsimonia se deshizo de las sábanas, se calzó sus pantuflas y caminó hasta la puerta de la habitación.

En la sala, el rubio permanecía dormido profundamente aun cuando la luz del sol ya inundaba la estancia a través de los ventanales. Seokjin dormía boca arriba, sus brazos extendidos hacia arriba mientras sus manos permanecían a los lados de su rostro. Sus piernas estaban dobladas de forma que permanecían en el sofá, aunque una de ellas ya no estaba cubierta por la sabana. Jisoo sonrió divertida cuando vio el lio de brazos y piernas que Jin era sobre el sofá, seguramente despertaría adolorido después de una noche así.

Decidida a hacer el desayuno, Jisoo emprendió el camino hacia la cocina cuando una extraña inseguridad la hizo detenerse a pasos de la puerta. Le dio un rápido vistazo a su pijama, un conjunto de pantaloncillos cortos y una blusa de tirantes ambos de algodón amarillo. Sintió sus mejillas enrojecer cuando se dio cuenta de lo cortos que eran los pantaloncillos, de la delgado que de pronto parecía el algodón de las prendas y del irrefutable hecho de que no llevaba sostén en ese momento. Abochornada por su apariencia, volvió sobre sus pasos hasta la habitación y se cubrió con una larga bata rosada que permanecía colgada a un costado de la puerta. Incluso se aventuró en su ropa interior y se colocó un top deportivo para evitar la incomodidad.

Entró rápidamente al baño y cuando se encontró con su reflejo suspiro avergonzada. Sus mejillas estaban rojas, sus ojos hinchados y su piel pálida. Remojo su rostro a prisa, lavo sus dientes instintivamente y después desenredo su cabello con sus dedos y lo sujeto en un moño alto. ¿Por qué la belleza no podía madrugar como las personas? De repente Jisoo era más consciente de sus ojeras, del rastro rojizo que la almohada había dejado en su rostro y de todas esas pequeñas cosas que el espejo parecía mostrarle con burla.

Una vez se sintió lo suficientemente presentable para alguien que recién se despertaba salió del baño y fue hacia la cocina. Reviso el interior de la nevera para después colocar algunos ingredientes junto a la estufa. Usualmente Jisoo comía algo más ligero para el desayuno, pero en vista de que no saldría durante el día y de que dos personas debían comer decidió hacer algo más elaborado. Jisoo sonrió cuando una idea atravesó su mente, con la idea de hacer algo interesante para el desayuno.

Afortunadamente había ido de compras antes, por lo que debía tener suficientes ingredientes. Se decidió por iniciar con un par de huevos, por lo que los tomo de la nevera y sin más se dedicó a cocinar de espaldas a la sala.