06: « Santa mierda »

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06: « Santa mierda »

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06: « Santa mierda »

Devolverle algo a la familia Fell siempre me resultaba un reto, un gran reto que tenía que pasar sí o sí, porque a la señora Amanda jamás podía negarle nada, y más cuando me invitaba a quedarme cenar, esa mujer era demasiado dulce, igual que mi madre.

Dude uno segundo en tocar el timbre, pero tenía que devolverle la bandeja donde me había enviado el pastel. Vamos, Justin, tú puedes, tienes que aguantar cualquier situación...

Que se haya ido con Georgina, por favor.

—¡Oh, hola, Justin! —chillo.

¡Salsa, salsa, salsa!

—Hola, Pey —apenas murmure—. Uh, vengo a traerles su bandeja.

Asintió con una sonrisa, no pude evitar sonreír al verla de esa manera, tan emocionada por alguna razón que desconocía, se veía tan adorable, parecía una muñeca. Pero volví a la realidad cuando su madre interrumpió el momento o seguramente me hubiera seguido mirándola como idiota.

—¡Justin, por favor, pasa!

Y yo entre, pasando por el lado de Peyton quien cerró la puerta con fuerza, haciéndome asustar, pero eso provoco su hermosa risa. Oh Dios, no otra vez. Apreté la bandeja contra mi cuerpo cuando ella pasó por delante de mí, usando un vestido corto y dejando que sus piernas se exhibieran por completo.

Maldición.

Cerré los ojos unos segundos, aguantando e eliminando cada imagen de mi mente. ¿Mi corazón se escuchara con fuerza en la casa? Ojalá que no, que vergüenza. Cuando los abrí, la señora Fell me miraba con el ceño fruncido y yo de inmediato me asuste, ¿habré dicho algo de mi imaginación en voz alta?

—¿Te encuentras bien, corazón?

¡No, señora Amanda, su hija me tiene mal!

—Es-s que... me duelen un poco las piernas.

—Uy, eso debe ser horrible —hizo una mueca.

—¿Qué es horrible?

Peyton ingreso al vestíbulo nuevamente, esta vez traía una cajita negra en sus brazos.

—A Justin le duelen las piernas.

—Deberías sentarte —sugirió.

—Opino lo mismo que Peyton.

Simplemente asentí, camine de inmediato hacia el comedor, la señora Fell se fue a la cocina, y Peyton tomo asiento al lado mío. Toda la habitación se encontraba en completo silencio, no me atrevía a abrir la boca porque seguramente iba a tartamudear y eso me delataría mucho.

—Hank me dijo que te entregara esto —apunto la caja—. Dicen que es algo de internet, no lo sé en verdad, pero toma.

Empujo la cajita hacia mí y después coloco su rostro en sus manos, mientras se apoyaba sus codos en la mesa de madera. Se veía demasiado adorable, como un ángel.

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