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40: « ¡¿Creo que escuche mal?! »
Peyton.
Baje del auto de Frank y cerré la puerta con brusquedad, no me importaba si me regañaba después, ¡me tenía cansada! Preferiría mil veces que me recogiera de la escuela otro de mis hermanos, no importaban que no me hablaran —excepto Hank—, solo los prefiero a ellos que a Frank.
—¡Ya te puedes ir, he!—le avise con sarcasmo.
Estaba por girarme y hacerle una bonita seña, pero me aguante solo por el poco respeto que le tenía. Abrí la puerta y entre, en ese momento, escuche que se marchó. ¡Hijo de nuestra madre! Es un psicópata.
—Hola, gatito —salude a Salem—. ¿Qué haces, amiguito? Espero que nada... pero te daré un premio si le arañas la ropa a Frank.
El gato se froto entre mis piernas, y luego se fue corriendo hacia la sala para dormir, es un gato flojo. Mientras tanto, me fui a la cocina por mi comida, y luego subí con el plato a mi habitación, iba a almorzar ahí. Tire mi mochila, encendí la televisión y me senté a comer tranquilamente.
Antes que pudiera darle el primer bocado a los macarrones, escuche el timbre sonar repetidas veces. Deje todo de inmediato y fui corriendo a abrir porque ese sonido me desesperaba.
—¡¿Qué rayos te sucede?! —le grite en broma a Geo.
—Shh, mocosa —me silencio—. Espero haya comida, porque mi visita no es gratis.
Rodé los ojos con mucho humor, y le di un empujoncito cuando entro. Esta intento devolvérmelo, pero me zafé de su mano, y corrí escaleras arriba, mientras ella me seguía.
—Iba a hablarte al salir de la escuela, pero Frank es un puntal, ese desgraciado —hizo una mueca—. Por otro lado, Justin me envía esto para ti.
Saco de su mochila una cajita de regalo y de inmediato la tome para abrirla. Estaba emocionada, ¡era el primer regalo que Justin me hacía! Georgina miro curiosa, y sonrió al ver que saque un retrato... ¡Oh, esto es muy cursi! Ahí había una fotografía de nosotros dos, en su casa, abrazos, mientras hacíamos unas muecas graciosas.
—Tiene una nota —me aviso.
Saque la nota de la caja, y la leí:
« Lo hice yo mismo, espero te guste, cariño. Te amo mucho. Justin. »
Él sabe como volverme loca de ternura.
—Estos hombres de hoy en día son unos cursis.
No pude evitar reírme como una niña pequeña, y asentí contenta:
—Lo sé, pero así ganan más puntos.
—Tienes razón —asintió, mientras tocaba el collar que mi hermano le había regalo—. Solo falta el chocolate, ¡y tienen por completo el corazón ganado!
