19: « ¡Es increíble! »

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19: « ¡Es increíble! »

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19: « ¡Es increíble! »

Peyton.

Moví mi cuerpo al ritmo de la música que sonaba desde el ordenador de Georgina, y una vez que termine, me senté en la cama para colocarme los tacones. Mi amiga no tardo en acercarse para pintar mis labios con un labial rojo ardiente.

—Tienes que contarme todo cuando regreses... ¡mañana! —chillo emocionada.

—Lo haré —asentí energéticamente— o haré el intento, ya sabes, seguro gritare mucho.

Gio tanto como yo volvimos a gritar emocionadas, y ella aplaudió contenta al escuchar mi respuesta. Me coloco perfume, y me hizo levantarme para acercarme al espejo. Gire en frente de este, y aprobé lo que estaba usando. Debo admitir que me veía linda y sexy... ¡Justin se iba a volver loco! Espero con esto ignore la cena y pasemos directo a la acción.

—Siempre pensé que lo harías un idiota de tu edad.

No pude evitar reírme, y me encogí de hombros:

—A mí me gustan mayores.

Escuche mi celular sonar y corrí a ver quién era. Tal y como esperaba, era Justin quien me avisaba que en cinco minutos estaría en la puerta. No pude evitar chillar emocionada, hoy sería una noche mágica, ¿por qué? Oficialmente se cumplía un mes desde que habíamos salido, y estaba segura que me pediría ser su novia... y esperaba que hiciéramos unas cuantas travesuras.

Georgina y yo bajamos hacia la puerta, y ambas escuchamos el sonido del claxon. Me despedí de mi amiga y salí fuera de la casa hacia el auto de Justin. Apenas cerré la puerta, él se inclinó a besarme de manera rápida mis labios, y después metió su mano a los asientos de atrás, de donde saco un ramo de rosas rojas. Y no pude evitar abrir mi boca en forma de sorpresa.

—¡Jay, son hermosas, gracias! —dije al sostenerlas en mi mano.

—Me alegro que te gusten, nena.

Nena, nena, nena... oh, amaba que me llamara de esa forma.

Justin puso el auto en marcha nuevamente, no pude evitar sonrojarme cuando me alago, y tampoco pude evitar tener un paro cardiaco de ternura cuando besaba el dorso de mi mano, ¡era adorable! Mire por la ventana cuando me di cuenta que no estábamos yendo a su casa, ¿a dónde íbamos? No pregunte, pero si fantasee un poco con ello.

El auto corrió al igual que los minutos, y cuando por fin se detuvo, pude ver que nos encontrábamos cerca del lago. No entendía nada, pero mi emoción seguía. Justin bajo del auto, y me pidió que me quedara sentada. Lo vi rodear el auto, y entonces abrió la puerta de mi lado, y me ofreció su mano como todo un caballero.

—Gracias, señor Bieber —dije, mientras bajaba.

—No hay de qué, señorita Fell.

Justin tomo de mi mano, entrelazando muestras manos y me ayudo a caminar por el pequeño sendero de piedritas. Tuve que quitar toda mi atención de él para no caerme con mis zapatos, pero cuando mire al frente, pude ver una bonita cabaña. Y gire de inmediato mi rostro hacia Justin para preguntarle, pero él termino respondiéndome como si leyera mi mente.

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