13: « ¿Qué? ¿Quién? »

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13: « ¿Qué? ¿Quién? »

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13: « ¿Qué? ¿Quién? »

Peyton.

No estaba escuchando a Georgina, mi mente estaba más concentrada en idear un plan para enseñarle a Justin mi bonita lencería roja. Hoy saldríamos a pasear por la carretera, ¿por qué? No lo sé, pero no me importaba, solo quería tenerlo cerca de mí y abrazarlo, y besarlo mucho... ¡Ouch! Me gire a ver a mi amiga, quien me sonreía inocentemente después de haberme jalado mi cabello.

—Eso me dolió —me queje, e hice una mueca.

—Lo sé, ese es mi trabajo: hacerte sufrir.

Antes que pudiera contestarle, el timbre de la última clase sonó. Georgina tiro de mi brazo y me llevo arrastrando hacia el salón, justo el maestro de biología todavía no llegaba así que pudimos hablar un rato más. Después de contarme los chismes de fin de semana, tuvimos que quedarnos calladas porque la clase comenzó.

Luego de dos horas de aburrimiento y un tonto examen sorpresa, pudimos salir de la escuela. Pasamos por un helado y nos fuimos por nuestra misma ruta. Cuando estábamos por llegar al taller, vi a Justin salir de este mientras limpiaba sus manos con un pañuelo rojo, joder, ese traje le quedaba perfecto, sus músculos resaltaban. Me daban ganas de lamerlo.

—¡Hey, bombones! —escuchamos un grito, y ambas giramos la cabeza hacia la camioneta color azul—. ¿Siempre se van caminando solas? Puede pasarles algo.

Sean Smith, hermano mayor de mi mejor amiga. Hace unos días había regresado para continuar con sus estudios en la ciudad. Siempre había sido un chico adorable, uno de mis mejores amigos y un gran bromista.

—Pues yo dejaría que un sexy secuestrador me lleve —admitió Geo—. ¿Tú que haces por aquí?

—Estaba yendo a comprar al supermercado, es mi turno de cocinar.

Apenas escuche esa palabra, no pude evitar sonreír. Algo grandioso de Sean, era que cocinaba demasiado rico, él hacía los mejores tartas de limón del mundo, superaba incluso a Martha Stewart. Recuerdo que llamaba a Georgina para preguntarle si era su turno de cocinar, y si era un , entonces me iba almorzar o cenar con ellos.

—¡¿Harás tarta de limón?! —pregunte en un chillido, y poniendo mi mejor cara de niña buena—. Deberías hacer tarta, ¿no crees?

—¿Cómo no hacerle caso a la hermosa y pequeña Fell?

Su mano acaricio mi rostro, y no pude evitar reírme, que Sean hiciera ese gesto, significaba que haría la tarta de limón, ¡y era para mí solita! Como hace tiempo atrás.

—Te enviare la tarta con Georgina en unas horas.

Cuando iba a asentir, tuve que negar al recordar que saldría con Justin y no podía dejarle a mi madre o hermanos, porque les había dicho que estaría con mi amiga toda la tarde y noche.

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