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38: « Mi dulce Peyton »
Dos días después de lo sucedido en el lago, no había ido a ver a Peyton porque cuando lo intente... vi a Frank sentado en plena madrugada con una escopeta en mano, ¡no bromeo! Él estaba sentado ahí, casi dormido. No pensé que mi ex amigo quisiera asesinarme.
Solté un pequeño suspiro, y seguí lijando la madera del armario. Al menos el trabajo me ayudaba a pensar en como buscar una solución para ver de nuevo a mi chica.
—¡Estoy cansado de todo! —grito Hank, entrando al taller de mi trabajo—. ¡¿Sabes qué vamos a hacer?! ¡Te vas a fugar con Peyton de este pueblo, y serán felices!
Casi se caigo de espaldas a escucharlo, y de inmediato deje todo lo que estaba haciendo. Que suerte que hoy día estaba solo, los demás se habían ido a almorzar, mientras yo terminaba con el armario.
—Hank, esa no es la solución...
—¿Y cuál es? ¿Qué sigan separados?
—Debe haber otra solución.
Mi amigo negó de inmediato. Lo entendía, él también estaba desesperado, quería que las cosas se calmaran, pero fugarme con Peyton no sería la solución. Eso haría que Frank definitivamente me odiara más, y estaba seguro que ira a cazarme.
—Mamá anoche intento hablar con él, pero no resulto.
La señora Fell también quería que su hijo mayor entendiera que Peyton era grande para tomar sus decisiones. Pero ni su propia madre lo hacia que cambiara de opinión. Todo esto era un gran desastre... ¿cómo iba a solucionarlo? No iba a darme por vencido, pero al mismo tiempo no sabía como terminar todo este caos.
—De verdad, ¿no quieren fugarse? Yo los ayudo...
—Que no, Hank.
Mi amigo resoplo, pero lo entendió. Se sentó a mi lado y me miro ansioso.
—¿Qué sucede?
—¡Te tengo que contar algo!
—Dime.
—Yo si estoy pensando en fugarme con Georgina.
¡¿Qué?! Fruncí el ceño y mire de inmediato a mi amigo al escuchar su idea, ¿por qué? Antes que pudiera preguntar, Hank me termino contestando:
—No quiero que Frank nos asesine cuando se entere que tenemos una relación —se encogió de hombros—. Y aunque él no manda en mi vida, igual... le tengo un poquito de miedo. Además, prefiero fugarme con ella, así Georgina se ahorra todos los gritos de mi hermano, y tal vez también de toda su familia.
