Epílogo

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E P Í L O G O

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E P Í L O G O

Tres años después.

Corte un trozo de carne, y justo en ese momento entro mi esposa para verme con una ceja alzada... me sentía como un niño regañado, ¡pero es que me estaba muriendo de hambre! Se supone que nuestras familias deberían haber llegado hace minutos, pero se estaban tardando mucho.

—¡Nunca más lo vuelvo a hacer!

—Intenta no comerte todo —se acerco y me regalo un corto beso—. Ahora, ten.

Me entrego a Jack quien de inmediato salto un chillido de felicidad al verme. Nuestro hijo solo tenía cinco meses de vida, pero tenía más energías que un niño de seis años. Balbuceo un poco y me miro con sus grandes ojos azules llenos de felicidad. Dato curioso: él es una réplica exacta de mí, pero por suerte ha heredado los ojos de su maravillosa madre.

—¡Ya llegaron! —me aviso Peyton desde la entrada.

Coloque bien a Jack en mis brazos y camine hacia el jardín para esperarlos. Hank fue el primero en entrar, cargando a la pequeña Charlotte de dos años, y segundos después entro —su esposa— Georgina. Ellos se habían casado meses después que naciera su hija.

—Dios mío, los niños de hoy son demasiados curiosos. Charlotte casi mata al pez, lo agarro en su puñito, y no quería soltarlo. No pensé que sería una... asesina.

—¡Hank, no le digas «asesina»! —le regaño Geo.

—Perdona, mi amor, perdona.

No pude evitar reírme, ellos eran graciosos.

Peyton tuvo que regresar a la puerta al escuchar que el timbre volvía a sonar. Esta vez quienes entraron fueron todos los Fell. Frank me saludo de inmediato y —con cuidado de no aplastar a Jack— nos dimos un abrazo, habían regresado de su viaje con Penélope. De inmediato, Pey fue a abrazar a su cuñada con quien hablo animadamente.

—¿Cómo va el embarazo, cuñada? —le pregunto Peyton.

—¡Muy bien, Pey! Dicen que podría ser un niño.

Oh, a nosotros nos dijeron lo mismo, pero...

—¡Yo voy! —Peyton me aviso.

Mi esposa se retiró unos minutos, y volvió a ingresar al jardín, pero esta vez con Julie en brazos, acababa de despertar de su corta siesta. Otro dato curioso: nuestra hija era una réplica exacta de su madre, excepto por el color de sus grandes ojos que eran mieles como los míos.

—Seria gracioso que tengan mellizos como a nosotros —le comente a Frank—. Nos dijeron solo uno, y mira: salieron dos.

Frank se puso pálido y negó de inmediato.

—Uhm, pero que para comenzar estaría bien uno.

—Opino lo mismo —lo apoyo Penélope.

Pero cuando te dan dos niños en vez de uno, no hay nada que hacer, excepto criarlos bien, y hacer un gran esfuerzo para soportar serenatas de llantos en las madrugadas.

—No hay nada más bonito que ver a mis hijos y nietos reunidos —dijo la señora Fell contenta—. No sé a quién besar primero.

—¡A mí, a mí! —pidió Hank, mientras se acercaba a su madre.

Mi madre llego junto a Carlos segundos después, hubieron más saludos y abrazos hasta que todos nos sentamos en la gran mesa del jardín para almorzar en esta maravillosa tarde de verano.

Era increíble cuantas cosas habían cambiado en tan solo tres años. Siendo sincero, no me imaginaba esto cuando empecé a salir con Peyton, pero ahora teníamos una familia: estábamos casados, el amor seguía intacto en nuestros corazones por el uno al otro y teníamos dos adorables, pero traviesos mellizos que babeaban todo.

Pero mi familia no estaba solo formados por ellos tres, también en ese circulo están: mis mejores amigos —cuñados—, Georgina, Charlotte, Penélope, Carlos, mi madre y la señora Fell, ¡éramos una familia enorme! Realmente estoy bendecido porque los tengo a todos ellos en mi vida.

—¡Salud por una bonita tarde de verano! —me apresure a decir.

El brindis con jugo de naranja fue rápido y empezamos a comer la barbacoa.

Me incline y bese la mejilla de mi esposa, haciendo que riera contenta. Peyton era la mejor esposa, madre y futura psicóloga del mundo, la amaba cada día más. Ella es una de las mejores bendiciones que Dios me había dado en mi vida, además de nuestros hijos.

—Te amo mucho, cariño—susurre en su oído.

—Yo también te amo mucho, mi Jay.

¡Dios! Estoy feliz con mi vida, a veces miro el pasado y pienso en lo idiota, y miedoso que fui. Pero aprendí una gran lección: si vas a luchar por tu felicidad y amor, hazlo, no te detengas, porque el que lucha, vence.

Tengo toda la felicidad del mundo. Y estoy preparado para seguir recibiendo más felicidad, y lo estaría siempre porque todavía seguimos escribiendo nuestra historia de amor. Esto todavía no ha finalizado, y eso es lo que más me emocione. No sé que sucederá en el futuro, pero junto a mi familia se que todo será perfecto y lleno de amor.

 No sé que sucederá en el futuro, pero junto a mi familia se que todo será perfecto y lleno de amor

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InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora