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07: « ¡Mi galán! »
Peyton.
Lamí mi helado de vainilla otra vez, estaba pensando en cómo quedarme encerrada en un closet con Justin, pero no se me ocurría ninguna idea, Georgina también estaba poniendo de su parte, pero estábamos con ceros ideas.
—Debiste aprovechar la fiesta y emborracharlo.
—Lo intente.
—¿Cómo que lo intentaste?
Me sonroje un poco, no le había contado el plan que había tenido esa noche porque no quería involucrarla si es que algo salía mal.
—Le metí unas pastillitas de color en su cerveza, pero creo que me confundí de jarra —hice un puchero.
—¡Peyton Fell! ¡¿Acaso estás loca?! Dios mío.
—No, no, no, solo quería que me besara.
Esa era la razón por la cual le estuve preguntando si se sentía mareado, ¡pero no resulto! Un gran desperdicio, igual me sobraban unas más para volver a intentarlo, y si fallaba otra vez... ¡pues entonces la tercera es la vencida! No me iba a rendir, todavía me quedaban más trucos.
Hice una mueca pensativa, ¿qué podría hacer ahora? Termine bufando porque no se me ocurría nada, ¡nada! Dios mío, ¡soy Peyton Fell! Tengo que tener algún plan perfecto para que me termine poniendo contra la pared, la mesa, ¡y toda la maldita casa! Como una película porno...
Esperen, ¡eso es! ¡Una película!
Me gire hacia mi amiga y sonreí como el gato Cheshire.
—¡Lo tengo! Este es el plan: esta noche hay el festival de películas, ¡haré me que lleve!
—¿Y cómo harás eso, Pey?
Bote el resto del helado a la basura y me limpie las manos, proseguí a contarle el resto de plan mientras corríamos hacia el taller donde trabaja. Georgina fue a dar una mirada para ver si Justin se encontraba y regreso con muy buenas noticias: ¡estaba solo! Eso era perfecto. Me tire un poco de agua en los ojos y corrí mi maquillaje por mis mejillas.
—¿Qué tal me veo?
—Como si hubieras llorado.
Tuve que aguantarme en gritar de felicidad. Georgina se marchó y me deseo suerte. Ahora tenía que llorar, me puse a pensar en gatitos abandonados, perritos llorando, ¡perritos sin dueño! Bien, ahí vienen las lágrimas.
Hice un puchero, y llore con fuerza, camine lentamente hacia la dirección del taller, pero lo evite cruzando la calle para que se viera con más realismo. Cuando vi a Justin, estaba limpiando las herramientas, pero no me escucho. ¡Ay, amor, que sordo eres! Volví a llorar con más fuerza, soltando un gritito y me tropecé contra el piso, haciendo que sonara con fuerza.
