¿Una semana basta para enamorarse de alguien?
Peleaban todo el tiempo, pero a pesar de sus diferencias, tenían algo en común: estaban locos el uno por el otro.
Después de estar algunos minutos en la mesa terminando nuestra comida, me levanté y me dirigí al baño, entrando luego a la última puerta de éste, como era el plan.
Esperé tres minutos para escuchar como la puerta del baño se volvía a abrir para ser cerrada rápidamente con seguro, así me dí la libertad de salir y ver ahí a Gona, quien se aseguró de quedarnos sólo nosotros dos en el lugar.
--¿Estás seguro de esto? --preguntó algo nervioso.
--Más que nunca --respondí ansioso-- Quiero que estés dentro de mí, rápido.
De inmediato sus mejillas enrojecieron a más no poder, e imagino que las mías estaban parecidas.
--¿Hoy estarás más pervertido? --preguntó sonriente.
--Gona, por si no lo has notado, llevamos mucho tiempo separados y sin nada de sexo --dije para luego reir.
--Sí, pero...
--Ya callate --ordené al acercarme y besarlo.
--Si vamos a hacer esto, hagamoslo bien. Subete ahí --dijo al señalar el lavabo.
Yo obedecí y me senté sobre éste, luego Gona comenzó a besarme mientras me agarraba de la cintura y yo rodeaba su cuello con mis brazos.
--Repite lo que dijiste antes --pidió casi como susurro en mi oído.
--Te quiero dentro de mí, Gonzalo --dije con la voz más seductora que me era posible.
--Eso me excita más. ¿Lo sabías?
Sonreí como si no lo supiera, realmente quería provocarlo.
--Quitate la camisa --le pedí al bajar mis brazos para darle la suficiente libertad.
Al él obedecer, no pude evitar ver ese cuerpo, que aunque ya no era el de antes, me seguía gustando. Sí, estaba enamorado de él, y por más que cambiara su apariencia, me gustaría por siempre.
