--Muere-- fue lo que dije con parte de la camisa de Lino entre mis puños, los cuales los sostenían fuerte y con movimientos tan rápidos, que ni él reaccionaba... Me habría gustado que lo hiciera y así detuviera mis actos.
De pronto lo empujé hacia la calle, donde pasó velozmente un vehículo, el cual no se molestó en detenerse.
En seguida vi como Lino se levantó un poco por el aire y rebotó sobre el coche, produciendo un horrible y agonizante ruido de metal contra huesos, un ruido que penetró en mí y me llenó de culpa al instante. Y luego de algunos segundos que parecieron minutos, Lino cayó al otro lado y el vehículo se dió a la fuga.
Me quedé inmóvil, como en un tipo de shock. No podía creer lo que había hecho. ¿Me había convertido en un asesino?
Observé como Gona corría hacía el cuerpo de Lino, el cual seguía a mitad de la calle y sin recibir ayuda aún. Yo me acerqué a pasos increíblemente lentos, pues sentía la responsabilidad de asegurarme de su bienestar, pero al mismo tiempo no quería ver lo que yo había causado.
Gona no se atrevía a tocarlo, ni siquiera a acercarse mucho. Y yo sólo miré de lejos como su pierna estaba en una posición extraña debido a una quebradura, su cabeza estaba sangrando de una manera exagerada y hasta pude notar como su pecho se movía de forma violenta y casi nula, señal de que seguía con vida... pero no por mucho.
--Está inconsciente. ¡Lino no reacciona! --gritaba Gona, con desesperación.
No me atreví a decir algo, pues sabía que era la persona menos indicada para opinar y menos para mostrar preocupación. Aunque la verdad, sí estaba bastante preocupado.
En ese momento miré a mi al rededor, y ahí estaba esa multitud de personas que menos necesitábamos ahora. Lo único bueno fue que ellos mismos se encargaron de llamar a una ambulancia.
Al llegar al hospital, los doctores de emergencia rodearon a Lino y lo atendieron lo más rápido y mejor que podían. Gona se mantenía en silencio y con un gesto de tristeza y preocupación en su rostro, era obvio que no me perdonaría algo así. Todo era una pesadilla.
(....)
El tiempo pasó, y finalmente a las 10 de la mañana del siguiente día, cuando Gona y yo estábamos agotados de esperar en sillas y sin dirigirnos la palabra, nos avisaron que podíamos ver al paciente.
Ambos fuimos a la habitación donde estaba Lino, y entramos a la vez. Tal vez Gona no lo quería así, pero supongo que estaba lo suficientemente enojado y cansado como para decirme algo al respecto.
Lino se veía mal, y eso es poco decir. Su cabeza vendada más su pierna con yeso, ambas cosas se sumaban a las máquinas que prácticamente lo mantenían con vida.
--Daño en el cerebro --hablaba el doctor, con voz gruesa y fría-- Tuvo tres costillas rotas y una pierna, pero lo más grave es su cabeza. Me temo que no sobrevivirá a esto.
Gona volteó hacia el doctor y, con mirada perdida y triste, le pidió salir de la habitación para hablar en privado. ¿Me iba acusar del crimen? Ya no me importaba, yo mismo aceptaba que había llegado lejos.
Mientras tanto me quedé ahí, sin moverme ni quitar la mirada de Lino. Joder, dolía verlo así, y todo era por la culpa que me consumía. ¿No iba a sobrevivir? Sí, realmente creo que no merecía eso, pero otra vez mi enojo se había salido de control.
De pronto se volvió a abrir la puerta, dejándome ver al doctor, quien me pidió salir de la habitación para dejarlo hacer su trabajo.
Al estar afuera, Gona me esperaba con brazos cruzados y expresión seria.
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¿Me Quieres? {Gonexo} Finalizada.
Fiksi Penggemar¿Una semana basta para enamorarse de alguien? Peleaban todo el tiempo, pero a pesar de sus diferencias, tenían algo en común: estaban locos el uno por el otro.