La observé de reojo y en silencio una vez que regresamos al lugar apartado para nosotros.
Serena Jules guardaba silencio mientras saludaba a sus compañeros como si no se hubiera dado nuestro encuentro minutos antes. Me acomodé sobre el asiento ya que preferí dejar de espiarla mientras estudiaba el lugar. Cuando Aaron Sousa me envió la invitación a Melbourne no pensé encontrarme en un ostentoso centro de ceremonias, menos que Jules no estuviera al tanto de la invitación que este me había enviado días antes.
Quizás esperaba que ella supiera desde un inicio que estaría aquí, aunque eso significara el jamás haber sabido qué es lo que realmente pensaba de mi visita. Tampoco podía ignorar el discurso recitado en el cuarto a oscuras aun cuando quería creer que estaba contenta de verme. Lo está, reforzó mi subconsciente ante la duda. Maldije al no poder olvidar las palabras que habían cavado un hoyo junto a mi corazón:
"Lo normal sería no recodar esa noche cuanto estamos juntos"
Resoplé al bajar la mirada para observar mis dedos largos entrelazándose entre sí.
Bazier, repetí mecánicamente en mi mente cuando comencé a pellizcarme la piel con suavidad. No quería ser la razón por la cual Jules se sintiera incómoda con el recuerdo del tipo que nos había arruinado, incluso si eso significaba no verla hasta que hubiera superado lo sucedido con mi padre. No quería presionarla con mi presencia... pero tampoco quería correr el riesgo de perderla porque, si me alejaba de ella más tiempo o viceversa, ese sería el final de nuestra historia.
Me conocía perfectamente, por eso tenía la certeza de que, aunque suene ridículo, mantener distancia por periodos extensos sumado a las dudas solo significaba el final de algo. Y, por más alocado e irracional según mi actitud de los últimos meses, no deseaba que aquella despedida en el baile de fin de curso en Belmont fuera el punto final de este cuento. No. Quería una oportunidad para intentarlo aunque apenas supiera cómo empezar.
Exhalé pesadamente, sintiéndome nervioso como pocas veces sucedía en mi vida.
La risa de Jules detuvo mis pensamientos cuando estos se tornaban tétricos. Levanté la mirada, encontrándola de pie junto a mí mientras aplaudía a sus amigos. Se veía feliz o quería creer que era así.
¿Por qué me ves así?... ¿Tengo algo? —dijo asustada cuando bajó la mirada en mi dirección.
Negué cuando volvió a tomar asiento y desvié la mirada hacia el escenario para no sentirme ridículo tras haber sido pillado. La vi sonreír de reojo mientras se acomodaba en su asiento. Sentí que fracasé en un intento vano por ser transparente con ella. Era patético pero no me sentía capaz de cumplir las expectativas de Serena Jules, una persona exageradamente expresiva a quien solo le bastaba con despegar los labios para expresar lo que sentía sin temor alguno. Mientras tanto, yo, lo opuesto. Un ser que batallaba consigo mismo, incluso para dejar que alguien como ella cruzara la línea que limitaba mi especio personal. Eres ridículo, rechistó mi subconsciente.
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Un ángel para un corazón roto [CCR #2] ©
RomansTras el final del periodo escolar en Belmont, Serena Jules inició un viaje junto a los viejos diarios de una escritora anónima. Se sumergió en estos creyendo que la historia narrada en cada página sería la respuesta que buscaba, pero los secretos e...