18. Error

495 52 8
                                    

¿Estás listo? Paso por ti en cinco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Estás listo? Paso por ti en cinco.


Leí el mensaje pero lo omití.

Me había alistado pero aun así tenía la certeza de que este plan iba a fracasar. Era un viaje directo a la ruina; sin embargo, a estas alturas, no tenía opciones. No podía negarme especialmente porque decidí aceptar a Alexander Polac en mi plan para encontrar a Red. Formamos una sociedad y ahora estaba atado a los acuerdos pactados en este, por ende obedecí.

Exhalé exhausto.

No saldrá bien, repetí mecánicamente.

Me levanté de la cama. Eran cerca de las cinco y aun así tenía las energías completamente agotadas. Tal vez era porque en estos días no había conseguido pegar un ojo. Actuaba paranoico por razones evidentes. Resoplé, dirigiéndome al salón para despedirme de mi madre. Salí del departamento minutos más tarde y me dirigí hacia la primera planta del anticuado edificio –que fue lo mejor que pude encontrar para una familia que apenas sobrevivía con mi sustento económico–. Esperé mientras pensaba en otros asuntos, como lo pesado que era trabajar medio tiempo para subsistir.

Pude enumerar un sinfín de razones por las que comenzaba a cansarme de ser quien tuviera que correr con todas las responsabilidades en casa y fuera de esta, especialmente cuando se trataba de lidiar con las consecuencias de los actos de Bazier. Sin embargo, mi mal humor y pesimismo fue frenado cuando apareció un auto negro, salvándome de caer en un hoyo sin fondo.

Sonreí gentil e hice una reverencia antes de ingresar. Me acomodé en el espacio asignado al copiloto. Gané tiempo mientras fingía acomodarme.

—Evita hacer algún comentario innecesario. ¿Está bien?

Giré a ver a Polac antes de que este se pusiera en marcha. Era evidente que había interpretado el lenguaje no verbal que mi cuerpo transmitía en silencio, por eso deseó frenarme incluso antes de que un incidente se diera.

—Uh-huh —afirmé sin interés. No tenía ánimos de hablar.

Suspiré.

Durante el trayecto me esforcé para distraerme con el paisaje gris de una tarde de otoño pero no resultó. Relacioné mi fracaso al hecho de que hoy iba a verla. Estaríamos cerca, sin Chenoa de por medio. Eso me torturaba; después de todo aún no me era tolerable el recordar su expresión el día en que le conté un fragmento de la verdad. Todavía era insoportable imaginarla en el preciso instante en el que procesó cada pedazo de información. Era asfixiante revivir esos momentos, especialmente porque quemaba mi corazón de solo saber que mi confesión la lastimó. Incluso cuando se esmeró por ocultar sus emociones, bastaron segundos cerca de sus labios para saber que aquel beso estaba condimentado con decepción.

Tenía la certeza de que el daño ocasionado era inmensurable. Fue evidente y aun así ella fue tan noble que envés de hacerme sentir mierda como castigo, se tragó el orgullo, ocultó su desilusión y prefirió despedirse sin drama de por medio.

Un ángel para un corazón roto [CCR #2] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora