Desde el principio.

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—Señora Jones, la inyección que le aplique hará que la inchazon disminuya, no se preocupe. Pero por favor alejese de los mariscos.— hablo con decisión mientras me encamino a estrechar la mano de la mujer frente a mi.

—Muchas gracias doctora.

La acompaño hasta la puerta de mi consultorio pasando por la recepción. Linda me observa suspirar con una tierna sonrisa y me asiente dando a entender que ella tambien está cansada.

—Linda ¿queda alguien más por atender?

—No señorita Walt.

Vuelvo a mi oficina y me siento suspirando en mi sillón, observo el reloj que tengo en mi muñeca y solo falta media hora para terminar mi jornada y comenzar mi fin de semana libre, arreglar un poco mi moto e ir por algunas cervezas con Shaila, eso sería genial, suspiro mientras acomodo mi escritorio pero la voz de Linda en el intercomunicador me sobresalta.

—Dime linda.— suspiro imaginando que alguien más llego a la consulta.

—El señor Walt está aquí. Quiere verla.— murmura algo asustada. Un escalofrío involuntario me recorre de pies a cabeza.

—Dile que no estoy.

—Vio su auto afuera.— su voz se corta y comienzo a escuchar algo de tumulto fuera.

Linda intenta explicarle que no puede pasar pero es en vano, la puerta de mi oficina se abre de forma abrupta y el rostro del hombre que me hace perder los estribos aparece frente a mi con una sonrisa cínica. El olor a alcohol barato y cigarro inunda la oficina en cuanto pone un pie aquí. Lo observo con el ceño fruncido, molesta por la interrupción, Paul se sienta frente a mi sin cambiar su expresión y suspira esperando que diga algo. Mi respiración se entrecorta y mi corazón se acelera a mil por hora, titubeo por algunos segundos hasta acomodar mis ideas de una vez.

—¿Qué quieres aquí?— digo exasperada.

—¿Es que no extrañas a papito?— exclama sin dejar de sonreír consiguiendo que me ponga nerviosa.

—¿Cuanto quieres ahora?— murmuro mirando hacia el frente.

—No todo es dinero en la vida, cariño.— ríe a carcajadas.

—Cuando llegas en este estado lo único que quieres de mí es dinero...

—¡No me hables asi!— grita golpeando la mesa con su puño.

Me sobresalto ante tal exabrupto, trago con dificultad cuando se levanta de la silla y camina hasta estar frente a mi, siento su aliento chocar contra mi rostro, volteo mi cabeza hacia un lado con asco pero con su mano derecha me toma de mis mejillas con fuerza obligándome a mirarlo. Mi corazón se acelera a tal punto de escucharlo resonando en mis oídos, mi padre me observa con superioridad y luego suelta una gran carcajada que me cala en lo más profundo de mis huesos causando un gran escalofrío.

—Sigues siendo la misma niña estúpida de siempre Maia.— susurra cerca de mi oído. —Pero, no te equivocaste, necesito dinero.— me suelta de repente empujando mi rostro a un lado.

Suelto el aire que tenía retenido en mis pulmones mientras el se aleja de nuevo a la silla frente a mi escritorio, lo observo toquetear mis cosas mientras sonríe de lado.

—Toma. Por favor, vete y no regreses.— le extiendo algunos billetes que toma sin dudar.

La expresión de su rostro es indescifrable, tensa su mandíbula mientras guarda los billetes en el bolsillo con molestia. Paul nunca fue un padre para mi, luego de que mamá nos abandonara el perdió la cabeza y se hundió en las drogas y el alcohol, volvía a altas horas de la madrugada con cuánta zorra se encontraba en el camino. Poco a poco fue metiéndose en lo ilegal a tal punto de llenar la casa con drogadictos y traficantes y luego de un tiempo el se volvió uno.
Se levanta de un salto algo tambaleante y camina a la puerta de mi oficina, toma el picaporte pero antes de abrir se voltea a verme con una sonrisa algo macabra.

Antes De Ti  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora