Revelaciones (ll)

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La luz del día se cuela por la ventana haciéndome abrir los ojos por obligación, pronto el dolor de cabeza se hace presente, es como si alguien estuviera taladrando dentro de mi cráneo sin parar. Esos hermosos segundos antes de recordar por qué estoy aquí se han esfumado para dejar paso a los recuerdos de mi maldita noche, me siento sobre el colchón mirando a mi alrededor, junto a mi está Daryl acostado boca abajo con un brazo debajo de la almohada y su corto cabello cayendo sobre sus ojos.

A lo lejos escucho mi celular que comienza a sonar, me levanto con delicadeza para no despertar a Daryl y corro hacia el salón donde mi celular reposa sobre la mesa de café frente al sillón, lo tomo entre mis manos deslizando el dedo por sobre la pantalla y atiendo observando el nombre de Shaila en la pantalla.

—Hola Shai.— murmuro con mi voz ronca.

—Maia, nena. ¿Cómo estás? ¡Te llame mil veces!— exclama con preocupación. —¿Estás bien? ¿Dixon te hizo algo? Por que si te hizo algo voy a matarlo...

—No, no. Él no me hizo nada... es más, se comportó muy bien.— digo en voz baja caminando hacia la cocina. —Si no hubiera sido por él no se que habria pasado ayer.— la tristeza me inunda una vez más al recordar todo.

—Maia ¿Qué pasó ayer? Pensé que tenías controlado todo eso.— suspira con tristeza. —Me siento mal por no haber estado para ti.

—Hey, no te sientas mal. Siempre estas para mi.— sonrío aunque ella no pueda verme por que es verdad, siempre estuvo para mi. —¿Dónde estabas? Fui hasta tu casa y no había nadie.— tomó un hervidor y lo lleno de agua para preparar café.

—En el hospital con Merle, logré colarme en su habitación y poder verlo.— dice con felicidad.

—Que bueno Shai, debo dejarte, estoy preparando café. ¿Nos vemos luego?

—Ah no. ¿No vas a contarme que te paso? Maia, hacia años no me llamas ebria y llorando, tiene que haber sido algo muy malo para que te pongas de aquella forma.— su tono de regaño me hace sentir como cuando tenía quince y llegaba a su casa ebria o drogada.

—Es algo difícil Shai, prefiero contartelo en persona. ¿Si?— susurro sintiendo mis ojos humedecerse.

—Está bien Mai, nos vemos luego, iré por ti cuando salga del trabajo. Adiós nena.

—Adiós Shai.— suspiro y cuelgo apoyando el celular en la mesada.

—Buen día.— volteo limpiando mis mejillas al oír su voz ronca de recién levantado.

Su cabello rubio y despeinado combinan con sus ojos adormilados, sonrío de lado con tristeza en forma de saludo mientras el camina hacia la nevera. Toma una botella de agua y bebe un largo trago para luego dejarla en su lugar, aprovecho para preparar dos tazas y llenarlas con el líquido color marrón oscuro, le ofrezco una de las tazas y él la toma agradeciendo con una sonrisa sincera.

—¿Estás mejor?— me pregunta al sentarnos a la mesa.

—Gracias por lo de anoche. Me ayudaste sin tener que hacerlo y lo agradezco muchísimo.— sonrío con sinceridad por primera vez en mucho tiempo.

—Maia, no me agradezcas. Tu hiciste lo mismo por mi, me dejaste dormir en tu casa sin conocerme, le salvaste la vida al idiota de mi hermano. ¿Qué más podía hacer? No iba a dejarte sola en el bar.— suelta un suspiro cansado y me mira. —Maia, no quiero que pienses que soy un puto metiche ni nada, pero lo que me dijiste anoche...

—Está bien, no importa.— le corto sintiendo la vergüenza recorrerme, bajo mi mirada hacia mis manos sobre mi regazo y suspiro.

Él lleva su mano a mi mentón y levanta mi vista a la suya, me pierdo en el azul de sus ojos que ahora mismo es lo más transparente que he visto en mucho tiempo. ¿Podría confiar en él? Lo hice antes y me fallaron. ¿Por qué el sería diferente?

—Maia, no debes avergonzarte, tu no hiciste nada. Nada de lo que te hicieron fue tu culpa... ese hijo de puta...

—Lo siento, de verdad, no quería llenarte con mis problemas.— el nudo de mi garganta se aprieta logrando así entrecortar mi voz.

—No nena, tu no me llenas de problemas. Me gusta oír que eres real y no esa machacha dura que siempre muestras.— sentencia con su mirada seria sobre mi.

—Daryl, me siento mal.— exclamo para luego soltar un sollozo. El se queda en su lugar claramente sin saber que hacer y la verdad no necesito que haga nada, sólo quiero que este dolor desaparezca, se que será imposible por qué lo llevo dentro de mi y me acompañara por el resto de mi vida. —Todos estos años soporte toda clase de abusos, no sólo por el hijo de puta de Vittorio Montana, era algo que se repetía casi a diario desde los once años.— comienzo con el dolor recorriendo mi pecho. —Mi madre nos abandonó cuando tenía diez, se fue sin mirar atrás, no le importó y sus razones habrá tenido.— Daryl me mira con pena pero no pronuncia palabra alguna. —Cuando ella se fue la vida de mi padre se fue a la mierda. Se metió en el alcohol y las drogas, comenzó a vender para Vittorio, lleno la casa de vagos y prostitutas. Allí donde yo también vivía, una puta niña de diez años. ¿Qué clase de padre haría eso?

—No te das una idea.— me interrumpe pensando en voz alta.

Lo miro sorprendida al oír sus palabras y siento su dolor tan parecido al mío. Estamos rotos de la misma forma, los que se supone que deben amarte para toda la vida se encargaron de arruinarnos para siempre, por que estas marcas no se borran nunca. No se cual será su historia  pero la siento tan propia que asusta.

—Al principio aquellos hombres esperaban a que Paul se embriagara y quedara inconciente para subir a mi habitación, se masturbaban frente a mi, me obligaban a verlos y a tocarlos... Me...

—Hey, no. No vayas por ahí.— niega apretando sus puños sobre la mesa.

Y lo entiendo, juro que lo entiendo. Yo tampoco querría oír tal aberración, debe pensar que soy una mierda, tal vez le cause repulsión tal como me la causo yo misma al recordar todo esto. Tomo sin permiso el paquete de cigarrillos que se encuentra sobre la mesa y enciendo uno sintiendo la nicotina invadir mis pulmones poco a poco para tranquilizar mis nervios.

El silencio se apodera de la habitación, siento que me está juzgando con la mirada, yo misma me estoy juzgando en este momento. Ahora mismo me planteo el hecho de que tal vez yo provoque todo eso, si hubiera cerrado mi habitación con llave o si nunca me hubieran visto. ¿Y si todo eso de verdad fue mi culpa? ¿Podría haberlo evitado de alguna manera? Me duele en alma asumir que todo eso fue mi culpa.

—Te entiendo si no quieres volver a hablarme. Yo tampoco lo querría, soy una mierda, no valgo la pena de nada....

—Hey, hey. No digas eso. Maia por Dios. ¿Cómo vas a pensar eso? ¿Qué han hecho contigo?— me mira con dolor, con molestia. No se si conmigo o con la situación pero lo hace ver furioso.

—No valgo la pena Daryl.— murmuro con dolor bajando la mirada al cigarrillo en mis manos.

Él levanta mi rostro con ambas manos obligándome así a mirarlo por segunda vez y tras acercar su rostro dejándolo a centímetro del mío suelta aquellas palabras que me dejan completamente congelada.

—Si vales la pena para mi Maia, claro que la vales.— dice y une nuestros labios en un tierno beso lleno de dulzura.

Awwww el Daryl tierno chee, un aplauso para Dixon por favor (? Ahre...

Bueno les dejo la segunda parte de este capítulo de mierda, de los peores que he escrito, no me gustó como quedó pero era necesario para el resto de la historia 💔

Como siempre gracias por los votos y comentarios. ❤

No olviden recomendarme con sus amiguitos.😊

*TeamDixon*

Antes De Ti  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora