¿La verdad?

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Lo admito, no pegue un ojo en toda la puta noche, el brazo de Frank me rodea la cintura apretandome contra su cuerpo y haciéndome sentir segura pero yo lo único que puedo hacer es pensar en los labios de Dixon sobre los mios. ¿Por qué mierda no puedo sacarlo de mi cabeza de una vez? Me remuevo en mi lugar para poder liberar mi cuerpo del agarre de Frank, me levanto, camino hacia la cocina y me siento sobre la mesada abriendo la ventana de allí y encendiendo un cigarrillo.

Dos golpes en mi puerta me sobresaltan, son las dos de la mañana, demasiado tarde para recibir visitas y si fuera Shaila entraría directo con su llave. Me acercó con cautela hasta la puerta y abro con lentitud, me sorprendo al ver frente a mi al que hace llamarse padre.

—Mi niña, tienes que dejarme pasar.— exclama con una sonrisa burlona.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabes donde vivo?— lo miro aterrada y siento mi pecho contraerse del pánico.

—Cariño. ¿Cómo no voy a saber dónde vive mi hijita? Necesito un favor.— entra ignorando mis negativas, mira todo a su alrededor silbando al ver mi televisor. —Si que te das la gran vida cariño, tal vez venga aquí más seguido.— se sienta sobre mi sillón estirando sus piernas sobre la mesita de café.

—Vete ahora mismo.— murmuro con miedo.

—No me jodas niña, te dije que necesito un favor. Soy tu puto padre.— eleva su voz causándome terror.

Doy dos pasos atrás e intento respirar con normalidad cuando lo veo pararse y caminar hacia mi. Me detiene del brazo con fuerza y aprieta su mandíbula clavando sus ojos marrones sobre los mios.

—Eres igual a tu madre.— aprieta aún más su mano sobre mi brazo con furia. —Esa hija de puta me abandonó como tu lo hiciste. Me dejaste sólo.— el rencor en su voz es palpable y yo comienzo a temblar.

—Tu me alejaste, dejabas que esos hombres se aprovecharán de mi, que entrarán a mi habitación...

—¡Cierra la boca!— grita apretando sus ojos, intentando no oír lo que le digo.

Pero es la pura verdad, ,mientras el se pasaba de alcohol y drogas eso hombres a los cuales el llamaba amigos aprovechaban para subir a mi cuarto, me tocaban, se masturban mirándome y me obligaban a que yo lo haga también.

Sólo tenía quince putos años cuando uno de ellos, el que se hacía llamar su jefe, algo drogado me violo ignorando mis gritos de dolor y él no estuvo allí para mi, la única que lo sabia y que me brindó su ayuda fue Shaila, a ella le debo el aún estar viva y el haber podido salir adelante en la vida.

—¿Qué mierda?— oigo la ronca voz de Frank que se encuentra parado en el umbral del pasillo que da a la habitación. —Sueltala ahora mismo.— aprieta su mandíbula y forma sus puños a cada lado de su cuerpo.

—Pero mira a quien tenemos aquí... Frank, tanto tiempo.— sonríe con burla mirándonos ambos. —Mi niña con el hijo de mi jefe, pero que preciosa escena.

Me sorprendo al oír esas palabras, lo miro con mis ojos bien abiertos esperando una explicación pero lo que menos consigo es que me mire. Tiene su vista clavada en mi padre, lo mira con rabia y creo que si no estuviera allí parada ya lo abría agarrado a los golpes. Me estremeció la piel aquella sonrisa que se formó en sus labios, caminó hacia el sillón y se sentó sin despegar su vista de nosotros.

—Paul, te he dicho que no te quería por aquí.— dice en un tono de reprimenda.

Los miro sin entender una mierda de todo esto y siento como mi cuerpo me pide que huya en este mismo momento, mi corazón late con fuerza en el momento que mi padre me arrastra junto a él hasta el sillón. Me empuja cayendo junto a Frank quien me mira de lado y hace una señal con su cabeza que no logró entender, me quedo estática en mi lugar sintiendo como mis ojos se llenan de lágrimas al entender de a poco toda esta mierda que está pasando. El padre de Frank es el proveedor de mi padre, el lo supo todo este tiempo y nunca me dijo nada.

Antes De Ti  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora