El principio del fin.

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Desperté varias veces durante la madrugada por las pesadillas, las lágrimas no paraban de salir y la tristeza me desbordaba. Miré el amanecer desde mi cama, la luz del día comenzó a colarse por entre las cortinas, minutos después el despertador comenzó a sonar. Mi turno en el hospital empezaría temprano, observé mi reflejo en el espejo de mi armario y suspiré. Tenía los ojos hinchados por haber llorado toda la noche, había soñado con Daryl varias veces, sus ojos, el desprecio en su mirada, me duele el cuerpo y el alma.

Salí de la habitación con el mayor sigilo posible, no quería cruzarme con Frank. Pero en cuanto puse un pie en la sala, él me estaba esperando con una tasa de café en la mano.

— Buenos días. —murmuró extendiéndome una.

— Voy tarde. —contesté tomando mi bolso y las llaves.

— ¿No vas a desayunar? —cuestionó con su ceño fruncido.

— Comeré algo en el hospital. —le respondí caminando hacia la puerta, apreté el pomo y me detuve por un segundo. — No olvides hablar con tu padre, que sepa que estoy cumpliendo con lo que dijo.

No esperé a que me conteste, solo salí de allí lo más rápido que pude. Mi teléfono comenzó a sonar dentro de mi bolso, contesté la llamada a medida que me acercaba al automóvil, la voz de Shaila al otro lado me hizo sonreír un poco.

— ¿Qué rayos paso anoche, Mai? —exclamó alto.

— Shai, estoy conduciendo, ¿Podemos hablar luego? —dije con cansancio.

En realidad no podía contarle nada de lo que había pasado, nada que fuera verdad al menos, no podía decirle que Montana me había amenazado con matarla a ella y a todos los que amaba. No podía decirle que romper el corazón de Daryl había sido lo más difícil que hice en mi vida, moría por correr hacia la cabaña y decirle a Dixon que todo lo que le había dicho la anoche anterior era mentira, que solo lo amaba a él, pero no iba a ponerlos a ellos en peligro. La escuche suspirar con pesar y luego algunos gritos apagados al otro lado de la línea.

— Shai ¿Todo bien? —pregunté.

— Si, estoy viendo las noticias, algo no anda bien. —comentó subiendo el volumen de la televisión. — La gente cada vez esta más loca.

— Te dejo, ya estoy por llegar al hospital. —exclame. — Nos vemos luego.

— Adiós, nena. Besos. — me saludó con gracia.

En cuanto entré a la guardia vi el caos a mi alrededor, las enfermeras corrían de un lado al otro con gasas y líquidos en sus manos, los médicos no daban abasto atendiendo pacientes con heridas graves de todo tipo, corrí hacia el vestidor donde Conrad se preparaba para su día laboral. Lo saludé con una sonrisa escondiendo mi rostro con el cabello, él parecía ensimismado sin prestar atención a lo que había a su alrededor. Tal vez se estaba preparando para el día agitado que tendríamos hoy. La puerta del vestuario fue abierta con rapidez, una enfermera cubierta de sangre nos observó alterada.

— Doctores, necesitamos ayuda aquí. —exclamó llamándonos.

Ambos nos miramos sorprendidos, corrimos tras ella a recibir un hombre atado a la camilla, la sangre se escurrir por su estómago junto con parte de sus intestinos pero no parecía dolerle, ni siquiera parecía comprender a quienes les hablaban. Se retorcía intentando soltarse para tomar el brazo de los paramédicos que empujaban la camilla, un policía venía tras nuestro explicando que aquel hombre había atacado a varios de sus compañeros y que no podían controlarlo a pesar de sus heridas de gravedad.

En cuanto lo situaron en el box Conrad intentó acercarse pero aquel hombre no se lo permitió, parecía poseído, el policía que venía detrás de nosotros tenía una herida en su brazo así que me acerqué a él para revisarlo. Alce su manga observando la marca perfecta de los dientes de aquel individuo, las venas se marcaban alrededor de la mordedura roja e hinchada y se extendían por todo su brazo descoloridas.

Antes De Ti  (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora