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Ahora, él se veía como si hubiese salido de una pelea, su pelo, que antes se veía arreglado y sedoso, ahora estaba alborotado, su tersa piel, ahora la mayor parte de ella, estaba cubierta de heridas, algunas de las cuales dejaban brotar delgados ríos de sangre, sus ropas estaban rasgadas y sus ojos, aun fijos en mi, se veían como si hubiese estado llorando, y sin perder ni un segundo, corrí en su auxilio.
Al principio, pensaba que podría ayudarle yo sola, pero, de pronto, la cosa se me complicó, y sin perder un segundo más, llamé con todas mis fuerzas a uno de los soldados que andaban por ahí haciendo el turno de guardia, quien vino al momento.

- ¿ Si? - preguntó

- Traigame un botiquín- le ordené casi gritando- rápido

-Lo siento señorita, pero él es un preso y no podemos ayudarle bajo ningún concepto- contestó

- Pero si está muy grave- contesté

- Son órdenes de arriba- dijo

- Idiota, si él muere, adiós al teseracto y adiós mundo- dije, haciendo que abriese los ojos de par en par - Así que... CORRE

Mientras esperaba, me coloqué nuevamente al lado de Loki, quien ya se encontraba en medio de un gran charco de sangre, y a penas se mantenía despierto, e intentando por todos los medios posibles, que no se quedara dormido, al mismo tiempo que intentaba cortar el flujo. En ese momento, descubrí en él una nueva característica, en menos de un segundo, vi como su pálida piel, se tornaba de un azul intenso y como sus ojos, los cuales apenas se mantenían abiertos, se tornaban de un verde esmeralda, a un rojo intenso.

Al poco tiempo, el mismo soldado, me trajo un botiquín, y un ovillo de hilo y una aguja, sacándome de mis pensamientos, seguido volví al lado de Loki,quien ahora yacía inconsciente, poniéndome manos a la obra, poniendo todos mis conocimientos de medicina, le bendí las heridas, le cosí la ropa, hasta que por fin, dejó de sangrar, y volvía a su tono blanquecino de siempre, aunque todavía seguía inconsciente.

Ya sé que no le conocía de mucho, que solo llevábamos dos días "conociéndonos", pero de una forma u otra, sentía lo mismo que él, ya que ambos necesitábamos encontrar nuestro sitio en alguna parte,y de alguna que otra forma, sentía que pertenecía a su mundo lleno de dioses y leyendas.
¿Me estaría a caso enamorándo de él?
No lo sé, pero de una cosa estaba segura, y era que no podía dejarle caer, ya había pasado por bastante sufrimiento como para que ahora yo le dé también la espalda.

ContracorrienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora