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Y así estuve, encerrada en aquel lugar alejada de la mano de los dioses, amamantando a mis hijos; Titania y Oberón; quienes podrían ser los que salvasen el universo, alimentando así la esperanza que se hallaba  escondida en los más profundo de mi corazón; haciendo que con el paso de los días, a medida que mis hijos se alimentaban de mi, mi cuerpo y mi alma se iban debilitando hasta el punto de darles a mis hijos parte de los años que me quedaban de vida.

Esperamos durante meses por la señal de alguna ayuda, la cual se nos presentó un día en el que Nébula pasó por ahí para saber de mi estado; quien por cuya expresión al verme, entendí que mi apariencia no era la mejor en esos momentos, y sin mencionar palabra, cogió a mis hijos y se los llevó consigo a un lugar mejor; no sabía exactamente a donde, pero me fiaba ciegamente de las palabras de  Gamora.

Días más tarde, comencé a escuchar ruidos de explosiones en la distancia, los cuales estaban siendo acompañados por muchas voces conocidas, de personas que creí no volver a oír nunca, lo cual me lleno de tranquilidad, fue entonces cuando Thanos irrumpió en lo que había apodado como mis aposentos cual elefante en una cacharrería, buscando su moneda de pago; hallándome únicamente a mi tal y como había permanecido durante todo ese tiempo.

 Entonces, cuando el Titán Loco se enteró de que no iba a conseguir nada de mi,  me sacó en medio de la batalla que se estaba discutiendo contra mi familia, y me dio muerte al instante, pensando que iba a mostrarme agonizante ante él,pero con la sorpresa de que iba a morir feliz; feliz de que aunque todo estuviese perdido, siempre habría esperanza, pues mientras exista  soñadores y curiosos, existirán los sueños.

Y conociendo a mis amigos de antemano, antes de que pudiesen acercarse, le miré por una última vez, dándoles a entender que esto no era lo único que iban a ver en el día de hoy; pues como último regalo, les demostré el punto débil del gigante... Mostrandoles su pasado, sus recuerdos más profundos de su alma y toda su... VERDAD.

Desvaneciendo así todo tipo de mentiras y engaños que hubiese sembrado en los corazones tanto de hombre como de dioses para que hubiésemos llegado a esta guerra innecesaria.

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