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Al cabo de un tiempo me desperté  sintiendo un fuerte golpe en la cabeza, fue entonces cuando al intentar tocarme la zona dolorida, cuando noté consciencia de que me había capturado y me tenían prisionera con las manos encadenadas a la pared a la altura de la cabeza.

- ¡SOCORRO! ¡QUE ALGUIEN ME AYUDE! - comencé a gritar

Y  así estuve durante largo tiempo, en busca de alguien que pudiese decirme alguna información sobre mi paradero, pero no obtuve respuesta alguna; hasta que de repente una voz  familiar emergió de las tinieblas.

- Alteza, ¿está bien?

- Gamora... a ti que te importa... tú me has metido en esto

- Lo sé y lo siento mucho de verdad... Sé ahora no le pareceré de confianza, pero quiero que escuche atentamente a lo que le voy a decir... Puede que ahora lo vea todo muy negro pero, hágame caso cuando le digo que la ayuda está en camino y no tardará en llegar

-¿En serio? ¿Acaso puede ser verdad?

-Si, aunque todavía no podemos cantar victoria, pues ahora mismo estamos siendo estrechamente vigiladas por los secuaces del Titan Loco

- Thanos - susurré- ¿Qué quiere él de mi?

- Él desea la extinción de todos los dioses conocidos para devolverles a los titanes sus años de gloria; y para ello necesita que se cree un conflicto universal, siendo vos y vuestros retoños el cebo de dicha trampa

- Entonces no queda otra, será mi fin morir aquí

-Pero  no desespere majestad, mi hermana Nébula estará de nuestro lado, ella será quien os auxilie llegado el momento...

- ¿Qué les ha ocurrido a mis hijos?

- Oigo ruido dentro, no puedo contaros más majestad, solo aguantad un poco más... Lo siento

Fue lo último que le oí decir a mi amiga, ni siquiera me dejó agradecerle todo lo que estaba haciendo por mi, sobre todo si estuvo siguiendo las ordenes de ese maldito que lo único que busca es la desaparición de todo mundo conocido y por conocer y tener todo a su merced.

instantes después, mientras me hallaba protegida entre las redes del Rey de los Sueños, fui bruscamente despertada por un fuerte retortijón en la zona lumbar, seguido por el escape de un líquido pegajoso; y ahí fue cuando, a pesar de querer gritar me tuve que mentir a mi misma en un esfuerzo porque nadie me escuchase dar vida a mis retoños, los cuales  ya tenían el peso de poder salvar a este mundo sobre sus pequeños  cuerpos.

ContracorrienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora