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Ante mi, se expandía un paraje sin igual, tal y como lo describían los libros de poesía, los blancos e imponentes edificios surgían desde las nubes hasta poder alcanzar la más lejana de las constelaciones, dichas estructuras eran adornadas por la verdosa vegetación que se expandía a sus anchas mientras los dioses seguían concentrados en sus quehaceres; pero lo que más me extrañó, fue el no ver a mis padres por ninguna parte.

- ¿ Qué ocurre cariño? - preguntó Hermes percatándose de mi tristeza

-Nada, es solo que no veo a mis padres por ninguna parte- contesté

- A, es eso, tú tranquila, les verás muy pronto pequeña - dijo animándome

-Vaya Hermes, tú por aquí... ¿A caso no sabes las normas? Nada de mortales en este sitio, ninguno de ellos puede acceder aquí. Llevatela - dijo una de las diosas percatándose de mi presencia

-Pero, Atenea , ¿cómo quieres que heche de aquí a tu propia sobrina? - dijo el mensajero, haciendo que tanto la diosa de la caza como el resto del Olimpo se fijase en mi

Y de esta manera, en menos de un minuto, me veía rodeada por todas las deidades, quienes no paraban de descargar todas sus preguntas y admiraciones sobre mi, con el fin de tener la certeza de que era hija legítima del gran Zeus. Después de que me formulasen todas y cada una de sus preguntas, toda la tensión se resumió en lágrimas de alegría por parte de las diosas y fuertes abrazos por parte de los dioses, todo iba de perlas, hasta que, de repente, el tiempo empezó a empeorar, nubes, rayos y truenos se cernían sobre nosotros,  de manera que, quienes serian mis parientes, se hicieran a un lado a mi alrededor dejándome "sola" frente aquellas nubes.
- ¿ Qué está pasando aquí? - preguntó una voz grave poveniente de la oscura nube

-¿Zeus? - pregunté cabizbaja y extrañada  de reconocer aquella voz, aún con el miedo en el cuerpo

-El mismo, ¿quién me llama? - preguntó intrigado

- Soy yo, padre, tu hija- contesté todavía cabizbaja pensando cada palabra antes de decirla

- ¿Y por qué una hija mía iba a hablarme sin mirarme a la cara? - preguntó - Muestrame tu rostro

Y sin más remedio, obedecí la petición de mi padre

-¡( T / N ), has vuelto!- exclamó ahora una voz femenina, procedente de la misma nube, la cual se materializó al instante- Pero mirate, como has crecido...- dijo con cierta melancolía mientras yo permanecía ahí cada vez más confusa

ContracorrienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora