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Horas después, al salir del Gran Salón,  oí a alguien llamarme desde el marco de la gran puerta.

-¡LOKI!- exclamé en un susurro- ¿Qué haces aquí?...¿No habíamos quedado en el umbral de mi alcoba?

-Oh, mi querida diosa de la verdad...- dijo divertido, a la vez que retiraba un mechón de mi sonrojado rostro

-¿Qué ocurre?- pregunté extrañada

-¿A caso no lo ves?...- me encojí de hombros un tanto ingenua- ¿Cómo quieres que llegue hasta vuestros aposentos si nunca he estado aquí?...Podría perderme...- dijo acercándose peligrosamente hacia mi, cosa que de un modo un otro me agradaba

-Venga conmigo principito, le enseñaré todas y cada una de las maravillas que esconden este lugar- dije juguetona mientras que, con mis manos, recorría el rostro y el pecho del elegante embaucador

 Y así, comenzamos un juego del escondite por todos los rincones  del castillo, entre risas, caricias que se podían oír desde cualquier lado del lugar, hasta que, en uno de sus turnos, Loki me encontró de pie, en medio del gran balcón, cuyas vistas daban a un valle lleno de selva, que era delicadamente iluminada por la luna azul hasta donde alcanzaba la vista.

No recordaba haber visto paisaje semejante en  la vida; era esa sensación que sientes cuando un cuadro parece absorber al espectador, solo que esta vez era real, me sentía completamente hechizada por la belleza del paisaje.

Pero dicho conjuro no finalizó, cuando, descubrí a Loki, posicionado a  mi izquierda, admirando el entorno del mismo modo en que me encontraba yo, con la diferencia de que en esos instantes, lo estaba admirando a él, a la vez que una gran oleada de recuerdos inundaron mi mente y derritieron mi corazón.

-Loki...- mencioné en voz baja, por miedo a que los astros pudiesen descubrirnos

-¿Si, (T/N)?-preguntó del mismo modo, dándome a entender que había sentido lo mismo y con la misma intensidad que yo

-Verás, yo...-dije siendo bruscamente interrumpida al sentir los labios de mi amado sobre los míos, enviando una sensación placentera por cada centímetro de de mi ser

-Siento haber actuado de esta manera, es solo que hay algo en ti que...-comenzó a decir hasta que fue igualmente interrumpido por mis labios estampándose contra los suyo, mientras mi lengua pedía permiso para entrar al encuentro de la suya y comenzar el jueguecito que por largo rato habíamos estado manteniéndolo inmerso en una incognita

No sé como quería seguir la frase, pero una cosa de la que estaba segura era de que esa noche iba a ser memorable para los dos


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