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Y ahí me encontraba yo, a punto de ver a mi amada entrar por la puerta para más tarde, convertirse en la mujer de mi vida, con la que viviría el resto de mi existencia y durante toda la eternidad, siendo totalmente libre para proclamar a los nueve reinos quien era la propietaria de mi corazón y cuánto la amaba; pero, por el momento debía guardar las formas como dios del engaño que soy.
Ahora mismo me encontraba en la sala del trono, al lado de El Padre de Todos, madre, mi hermana Hela y mi queridísimo hermano, Thor, a la espera de mi futura familia política.
En un principio, me encontraba tranquilo, mientras guardaba una pose firme a la par que segura; o así me sentía hasta que oí las trompetas, alertando de su llegada; fue entonces cuando sentí cómo una ola de angustia se apoderaba de mi advirtiéndome de que algo iba mal, pero no le hice más caso cuando vi las puertas de la sala abrirse de par en par, dejando ver a los legendarios dioses olímpicos, entrando con paso noble y gentil, lo cual rompía mucho con nuestra forma de caminar, tan apresurada y tosca que hasta con el más ligero de nuestros infantes producía mil temblores en Midgard.
Y después de ver el majestuoso paseo de las deidades griegas a lo largo del pasillo central, por fin la pude ver; con su larga y suave cabellera, que hacía contraste con su piel de porcelana; de verdad no creía que una simple midgardiana pudiese ser en verdad la hija de un dios como el gran Zeus, y a decir verdad, las divinas telas del Olimpo la hacían ver cada vez más hermosa con cada paso que daba, haciéndome empequeñecer con su presencia, tal y como nos conocimos, pero; por alguna razón, en su semblante no hallaba la expresión que esperaba, su mirada estaba perdida; como buscando una solución a un problema que nos inmiscuía a los dos; pero que de igual modo, intentaba esconder dicha preocupación con el simple hecho de mirar al frente, a la vez que dejaba salir un ápice de alegría por nuestro esperado encuentro.

- Odín, Frigga;- dijo la madre de mi amada sacándome de mis pensamientos- tras pensarlo mucho, hemos decidido que sería beneficioso para ambos reinos la unión entre nuestros hijos

-¡Espléndido!- exclamó mi madre

-Pues no se hable más; está decidido, en tres meses se celebrará la boda entre el príncipe Loki y la diosa Hebe- sentenció Odín, haciéndome entender qué problema atormentaba la mente de (T/N)

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