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Bueno, aquí estoy, en mi país, a punto de conocer a mis padres biológicos; o al menos intentarlo, pero, todavía tenía un problema que resolver... ¿Cómo le diría a Tony la verdadera razón por la que vinimos a Atenas? Después de todo lo que ha hecho por mi, él me dió cobijo cuando nadie se ofreció, él me prestó ayuda cuando la necesité y gracias a él me convertí en la mujer que soy ahora.
Y hablando de cómo soy, ¿a caso me reconocerán? Es decir, a pasado tanto tiempo...
Pero, de eso ya me ocuparía cuando llegase el momento, ahora tenía que encontrar la manera de reencontrarme con mi familia.
Cuando aterrizamos en Atenas, eran las ocho de la mañana, hora nacional, por lo que nos dejaba tiempo para ir al hotel, dejar nuestro equipaje e ir al Partenon y empezar con los rituales sagrados.
En menos de lo que canta un gallo, ya me encontraba en el Partenon, delante de un altar, algo improvisado, recitando mi ruego y mi súplica a los dioses, por que me enviasen al dios Hermes, el mensajero divino y me permitiesen volver a casa, y ahí estuvimos, hasta que nos avisaron de que iban a cerrar el templo, lo que muy religiosamente respetamos, yendonos del lugar, dejándome un gran pesar en lo más profundo de mi corazón.
Así que, de ahí, volvimos al hotel, donde cenamos tranquilamente, llendonos a dormir del mismo modo, pero no sin antes hacer un último "rezo" a los dioses, esta vez, explicándoles quién era y qué andaba buscando, y al finalizar, di las gracias y me metí en mi lecho cayendo en los brazos de Morfeo.

- ( T / N ) - oí a lo lejos- Venga ( T / N ), despierta - gritaban la señora Potts y mi padre

- ¿ Qué ocurre? - dije despertándome

-Perdone, ¿es usted ( T / N )? - preguntó un hombre delgaducho, que vestía una toga acompañado de un casco y unas sandalias aladas

-Si... - dije un poco aturdida- ¿Hermes? - pregunté extrañada

- El mismo que viste y calza cariño- contestó revoloteando a mi alrededor

- ¿ A qué has venido? - pregunté intrigada

-¿Cómo que a qué he venido? ¿No querías reencontrarte con tus padres?- preguntó cediéndome su mano

-Si, por supuesto - dije aun un tanto desconectada

-Pues no perdamos más tiempo, nos están esperando- dijo al mismo tiempo que le cogía de la mano

Al momento un destello de luz me cegó instantáneamente, y no fue hasta momentos después cuando recuperé la vista, con un paisaje que me dejó totalmente anonadada.

ContracorrienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora