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Al día siguiente, Isis y yo nos levantamos de las primeras y con la ayuda de los demás niños del poblado, fuimos recogiendo todo lo que nos fuese útil para curar a Barnes; algunas plantas que el chamán y yo fuimos nombrando, frutas y algunas flores; con cuidado de que no nos descubriesen

En cuanto tuvimos todo lo necesario, con la ayuda de algunas mujeres, fuimos haciendo distintos mejunjes que, según lo que fui aprendiendo en S.H.I.E.L.D y por lo que me dijo Shuri; podían hacer que las convulsiones de Bucky cedieran, y para ser franca; tardamos varios días, con sus noches , en hacer los diferentes líquidos y probarlos en el cuerpo de Bucky y que se le pasaran algunos efectos secundarios que en un principio tomábamos por improbable que ocurriesen, pero que para nuestra fortuna, fueron mínimos.

En la primera semana del sexto mes, por noche, una de esas que incitaban a la nostalgia; con el cielo despejado, las estrellas bailando en el firmamento y la luna como gran anfitriona de la velada; me encontraba en la entrada, reflexionando sobre lo que estaba por ocurrir, y cuando ya iba a tirar la toalla, decidí darle una última oportunidad al último mejunje que quedaba por probar; mientras que Isis dormía a pierna suelta con el resto del poblado al fondo de la cueva.

-Vamos Bucky, solo un intento más- supliqué acariciando sus cabellos castaños aún mientras las convulsiones eran mínimas, para poder darle una cucharada de aquella "medicina", lo cual me resultó un tanto difícil, después de tantos intentos

A los pocos segundos de engullir aquel líquido, las convulsiones volvieron, sacudiendo el cuerpo de Barnes más fuerte que de costumbre; haciendo que me entrase el miedo, y no fue hasta cinco minutos después cuando el cuerpo de Bucky, quedó tendido en el suelo; no respiraba y no encontraba sus constantes vitales era como, si estuviese muerto.

Y sin dudarlo, estreché su frió cuerpo inerte entre mis brazos, mientras les suplicaba a los dioses que le salvasen la vida; y en vista de que no respondían, dejé salir las lágrimas que luchaban por salir, acompañadas por miles de suplicas hacia la luna y las estrellas, acerca de la guerra que estaba consumiendo al país y la alegría y paciencia de sus gentes ; esperando que alguien podría escucharme.

Instantes después , acabé abandonando mi batalla y cayendo entre los brazos de Morfeo, aún con el cuerpo de mi amigo entre mis brazos.

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