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Al mismo tiempo en Asgard, ya quedaban dos días para los festejos y escasas horas para que nuestra protagonista y su familia emprendieran el arduo viaje hacia la morada de los dioses nórdicos.

Mientras tanto, cierto prometido enamorado no dejaba ninguna duda a cerca de sus sentimientos hacia su futura esposa a la vez que paseaba por los jardines del palacio, asegurándose de que todos los preparativos estuvieran en su sitio exacto.

-Pareces muy contento por la buena nueva- comentó Frigga aproximándose con paso delicado hacia dónde se encontraba su "hijo"

-¿Cómo no iba a estarlo?-pregunté -Si dentro de poco me voy a casar- se contestó así mismo

-Me alegramos mucho que te tomes tu compromiso  con tanto gozo- dijo mirando al horizonte a la vez que se le dibujaba una cálida sonrisa en el rostro

-El sentimiento es mutuo hermano-dijo Thor aterrizando delante de madre e hijo en compañía de Hela

-Me alegro mucho del paso que vas ha dar- correspondió la diosa de la muerte

-Muchas gracias-dije antes de atender a uno de los sirvientes que vino a informarnos de la llegada de mi nueva, futura,  familia política- Perfecto... Ahora, madre, hermanos; si me disculpáis, me voy a preparar...Tengo anfitriones que recibir- me disculpé antes de dirigirme a mis estancias

-Madre- dijo Thor como si yo no pudiese oírlo-¿No se lo has dicho?

-No, será mejor que lo descubra por si mismo- contestó madrea mi hermano

Pero de qué querían que me enterase por mi propio pie, a caso le ocurrió algo a (T/N).... No, no puede ser, Thor o Heimdall me hubiesen advertido, aunque la tentativa de interrogarles era inmensa, estaba seguro de ese misterio quedaría resuelto en el salón del trono a la vista de todos, olímpicos y asgardianos.

Lo importante es en pocos minutos volvería a ver a (T/N), volvería a verla sonreír, oírla cantar... No sé por qué, pero desde que la conocí en aquel cuartelucho de S.H.I.E.L.D, cuando estaba con ella, me sentía vivo, renovado, sincero; como si una nueva faceta de mí mismo saliese a la luz cuando estoy en su presencia.

Aún recuerdo cuando cayó enferma, lo impotente que me sentí, fue como si me hubiesen arrebatado un trozo importante de mi alma, ahí fue cuando comprendí mis sentimientos hacia ella... pero... ¿Y si no eran correspondidos?

De una forma u otra, el destino quiso que nos encontrásemos y no iba a desperdiciar esta oportunidad, esta vez le sería totalmente sincero, sin tapujos, no más dios del engaño, al menos para ella.

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