4. Quédate unos días

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Al día siguiente Andrea se levantó muy temprano, tras darse una ducha y arreglarse el pelo, se vistió con un pantalón vaquero y una camiseta de color rosa palo ajustada a su cuerpo, bajó las escaleras con un aspecto desenfadado y allí se encontró a Samuel, quien levantó la vista para verla.

Samuel: ¿Vas a algún lado?

Andrea: oh, ¿si te importa?-él cerró los ojos armándose de paciencia mientras ella resopló.

Samuel: no me hagas repetirte la pregunta...

Andrea: voy al dispensario con el padre Cristóbal, ¿algo más?

En ese momento con una bandeja de café entró una de las sirvientas de la casa, ondeaba su larga melena negra y contoneaba las caderas de forma brusca y vulgar, Andrea se percató de ese ligero contoneo que para Samuel había pasado desapercibido, dejó el café encima de la mesa no sin antes agacharse mostrando uno de sus más marcados atributos, su trasero.

Samuel: gracias Patricia, puedes retirarte.

Patricia: claro patrón...-sonrió con coquetería y pasó con indiferencia al lado de Andrea.

Andrea: ya veo que llegó el nuevo servicio...

Samuel: si-se sentó a tomar su café con unos papeles entre las manos-la señora que os atenderá a ti y a la niña llegará mañana.

Andrea: prefiero que se dedique al completo a cuidar a Esperanza, está arriba con sus cosas, ¿podrás echarle un vistazo?

Samuel: tengo bastantes cosas que hacer, Andrea...

Andrea: lo sé, ¿pero podrías intentarlo? Solo iré a organizar unas cosas y en seguida vuelvo, en dos horas estoy de regreso.

Samuel: está bien-ella sonrió bajo su atenta mirada.

Se acercó y besó los labios de su marido en un casto e inocente beso, aquello tomó por sorpresa a Samuel incapaz de poder reaccionar pues una media sonrisa figuraba en su rostro mostrando que aquel pequeño gesto por parte de su esposa le había gustado, pero meneó la cabeza y frunció el ceño, no podía dejarse engañar por su angelical rostro...

Salió de la casa y caminó hacia el coche, de camino al dispensario no pudo evitar entristecer su rostro por todo lo que estaba pasando, siempre había sido una mujer muy positiva y luchadora por lo que realmente quería, pero Samuel no se lo estaba poniendo fácil, su actitud había cambiado repentinamente y sin saber por qué, suspiró ensimismada en sus pensamientos... no se rendiría, ella lo amaba con cada fibra de su piel, pasase lo que le pasase a Samuel lucharía por ganárselo de nuevo hasta las últimas consecuencias.

Irina y Cayetana esa mañana fueron al ministerio público para interponer la demanda del robo que la noche anterior había sufrido Irina, después de todo el papeleo se dirigieron a comprar un poco de ropa a una de las boutiques del pueblo.

Irina: tía-observó a Cayetana la cual no decidía que blusa comprar.

Cayetana: dime cariño

Irina: tú sabes si Sofi-guardo silencio, logrando obtener toda la atención de ella-¿tenía algún novio?-Cayetana frunció el ceño, desviando su atención de nuevo a la ropa.

Cayetana: no lo sé-respondió sin observarla-pero ¿a qué viene esa pregunta?

Irina: no sé tía, es sólo curiosidad-tomó un par de blusas para entrar al probador.

Cayetana: sé que lo que pasó con Sofía fue muy difícil mi amor-dijo desde el otro lado del vestidor-yo tampoco podía creerlo cuando la encontré, para mí fue aterrador

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