11. Por fin..

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Lentamente la giró sobre sí misma tratando de ver su cara, ella se dejaba llevar por aquel movimiento quedando frente a su marido, alzó la mirada y de nuevo tragó saliva nerviosa ante aquel acercamiento, tenía el pecho descubierto y por inercia alzó las manos para tapárselo, pero él alcanzó sus manos para evitarlo, admiró como su cuerpo había cambiado víctima del paso del tiempo, sus delgadas piernas, sus marcadas curvas y su abultado, tal vez Irina tenía razón "¡Basta, detente! No dejes que te embauque con su cuerpo..." no quería hacer caso, quería embaucarse no solo con su cuerpo, también con su lindo rostro... quería perderse de nuevo en aquel cuerpo que hace 10 años le hizo sentir hombre... quería hacerla suya de nuevo.

El corazón de Andrea latía con estrepitosa fuerza, nerviosa ante los gestos de su marido, él podía escuchar el nerviosismo de su corazón a la perfección y sonrió con ternura, notaba su respiración colisionando con sus labios, mientras él se acercaba para besarla, mientras perdía las manos en la curvatura de su cintura, la apretó contra su cuerpo y colisionó sus labios con los de su mujer encajando a la perfección, ella cerró los ojos dejándose envolver por aquellos movimientos de su marido sobre sus labios, notó como su lengua se abría paso entre sus labios y la aceptó con receptividad mientras Samuel bajaba las manos al norte de su cintura.

Andrea agarró las solapabas de su camisa y deslizo sus dedos hasta el comienzo de los botones, desabrochando uno por uno mientras los labios de su marido bajaban de sus labios a la curvatura de su cuello, ella se embriagaba por aquel contacto tan placentero mientras iba viendo como el definido torso de su marido quedaba al descubierto, era obvio que los años habían pasado para todos y que ya no eran unos niños que experimentaban por primera vez aquel momento.

Abrió la camisa bajo la oscura mirada de su marido, no pudo evitar sonrojarse por la situación de sus cuerpos semidesnudos uno frente al otro, su camisa descendió sobre los hombros de Samuel y cayó al suelo para encontrarse con el vestido de Andrea, colapsó sus labios de nuevo, esta vez con más intensidad y agarró su diminuta cintura con fuerza a la vez que ella enredaba las manos entre su castaño pelo dejando que su marido recorriese su boca.

Había acudido a aquel lugar en busca de un poco de respiración, de libertad e increíblemente lo estaba consiguiendo sintiéndose libre en los brazos de su marido, notó como él llevaba las manos a su pantalón y lo desabrochaba, Andrea se separó de él con los labios enrojecidos y admiró como dejaba su pantalón a un lado para después cogerla entre sus brazos, Samuel comenzó a caminar metiéndose en la frialdad del agua mientras sus candentes cuerpos reaccionaban al contraste, los dos se sumergieron en aquellas aguas testigo de tantos momentos entre ellos...

Cayetana entró al despacho donde José Antonio la esperaba tomando en su mano un vaso con whisky, lo agitaba con una enorme sonrisa, ella entró cerrando la puerta no quería que ningún empleado metiche los interrumpiera lo que iban hablar en ese momento era importante de ello dependía su futuro.

Cayetana: ¿y bien?-observó a su esposo con indiferencia.

José Antonio: mira-extendió un sobre amarillo sin perder la sonrisa, Cayetana lo tomó para abrirlo inmediatamente-nuestras sospechas eran ciertas-Cayetana leía atenta cada una de las líneas de esos documentos.

Cayetana: ¡eso es!-sonrió quitándole a su esposo el vaso que tenía en la mano-una excelente noticia, por fin Andrea nos va a servir de algo.

José Antonio: no sabes cuánto me arrepiento de no haber permitido que Samuel se casará con ella antes.

Cayetana: cómo puedes decir eso, si Samuel se hubiera casado en ese momento, nunca hubiera aceptado ayudarnos para hundirla, él la amaba y ella...-sonrió disfrutando el sufrimiento que generaron en Andrea-...también lo amaba, es por eso que no entiendo cómo pudo entregarse a otro hombre

HEREDEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora