HEREDEROS

38. ¡Ey rubia!

Caminó por largo rato, casi una hora de camino hasta llegar a su objetivo, aquella humillación no iba quedar así, ella tenía sus propósitos, sus objetivos... no se iba rendir tan fácil y menos por una insípida como Andrea del Junco, caminó decidida después de tanto trayecto y entró en la casa con el característico uniforme del rancho de Samuel y sin apenas anunciarse se presentó en la sala del rancho de la familia Gallardo donde Cayetana y José Antonio tomaban el té después de la cena, ambos la miraron fijamente.

Cayetana: ¿y tú eres?

Patricia: mi nombre es Patricia... vengo del rancho Gallardo-Cayetana miró a su marido.

Cayetana: ¿pasó algo con nuestro hijo?

Patricia: ¡Que se ha vuelto loco!-José Antonio soltó una carcajada ante el subrealismo de la escena y Cayetana abrió la boca.

José Antonio: explícate muchacha.

Patricia: que me acaba de echar del rancho por defender a su mujer, cuando antes parecía querer matarla-fruncieron el ceño.

Cayetana: continúa-dijo interesada.

Patricia: si queréis que continúe va ser a cambio de algo...-miró a José Antonio con una sonrisa.

José Antonio: ¿y qué quieres?

Patricia: dinero, trabajo y ropa-sonrió, Soledad entró para recoger el té que se estaban tomando.

Cayetana: no pide nada.

José Antonio: tendrás todo lo que desees-la miró de arriba abajo con picardía mientras Soledad lo observaba detenidamente, Cayetana se percató.

Cayetana: ¡retírate!-Soledad recogió todo apresuradamente y se fue de la sala-ahora habla.

Patricia: paso de odiarla a amarla en un par de días, me utilizaba para darle celos a esa mustia y de pronto un día todo cambió, empezaba a tener detalles con ella y con su hija, a la niña le montó un estudio, le compró un cuadro, dos, qué sé yo, a esa se la llevó de viaje y ahora ¡DUERMEN JUNTOS!-Cayetana miró a su marido horrorizada.

Cayetana: ¡te lo dije! ¡Te lo dije!-repitió maldiciendo.

José Antonio: ¡Maldita sea!-frunció el ceño-ve a la cocina con Soledad, ella te dará una habitación y el resto lo tendrás mañana, retírate.

Cayetana: ¿Qué vamos hacer ahora?

José Antonio: es obvio que Samuel tiene ya las escrituras de Ignacio... tenemos que actuar rápido, este matrimonio iba ser para nuestra conveniencia no para la de ellos, así saldrá ganando Ignacio...

Cayetana: ¿Qué propones?

José Antonio: tenemos que quitarle las escrituras a Samuel... y después de eso separarlo de Andrea, tenemos que hacer que vuelva al camino del que se descarrió... cuando se vea solo y abandonado volverá a nuestro lado, como siempre.

Cayetana: pero José Antonio... nuestro hijo va a sufrir-arrugó el rostro.

José Antonio: no hay mal que por bien no venga cariño...

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Irina se metió de lleno en el trabajo y también en ayudar a Andrea con la organización de las fiestas patronales del pueblo, por andar investigando la verdad sobre Sofía y por andar en sus amoríos con Flavio había descuidado del todo el bufete en el que trabajaba, se había comprometido a llevar una serie de casos desde el rancho, pero apenas eso hizo, los tenía totalmente desatendidos, pero aunque quisiera ponerse con sus obligaciones no podía, no lo conseguía, en su piel todavía llevaba adherido el olor de Flavio, el olor de sus cuerpos, el sabor de sus intensos besos, el tacto de sus caricias, cada noche soñaba con que ese bandolero se colase por su ventana y le confesase todo su amor, dándole una explicación de lo que había pasado con Sofía.... Con su hermana... ¿Sería cierta que ambos tenían una relación? No podía vivir tranquila con esa duda, incapaz de pensar que se enredó con la misma persona que le arrebató la vida a su hermana.