36. ¡ME ENGAÑASTE!

1.8K 144 21
                                    

Patricia: ¡Por supuesto! Estaré encantada de sacar todos los trapos de su señora, ¿A dónde los echo?

Samuel: lo colocas, todos bien ordenaditos en mi habitación-Andrea soltó una risa nerviosa por la felicidad-la ropa la acomodas en mi armario, el maquillaje en el baño y bueno, ya encontraremos sitio para los zapatos...

La cara de Patricia era todo un poema mientras que Andrea no cabía de la felicidad, ¡iban a compartir habitación! Como siempre tenía que haber sido desde el día en el que se casaron, Patricia respiraba sin dar crédito ya era la segunda vez que le daba un desplante cuando anteriormente había sido todo lo contrario, algo raro estaba pasando, esa pareja... era feliz.

Andrea se levantó de la silla y se sentó sobre su marido, casi tira el plato de Samuel con el desayuno, pero él soltó una carcajada y la recibió gustosa dejándose mimar por su mujer, notando como dejaba muchos besos sobre su rostro feliz de aquella decisión que acababa de tomar.

Samuel: puedes retirarte-balbuceó con Andrea sobre sus labios-haz lo que te pedí...

Resignada marchó mientras la pareja seguía disfrutando del desayuno, finalmente cada uno volvió a sus obligaciones, Samuel se encerró en su despacho para seguir con su rancho y Andrea cogió el coche para ir a casa de su padre antes de irse al dispensario, lo que Esperanza le contó de la conversación entre él y su suegro la tenía pensativa y con la mosca detrás de la oreja, no iba permitir que nadie le hiciese daño a su niña...

Ignacio: cariño buenos días-Andrea se percató de varios peones moviendo cosas del rancho.

Andrea: hola papá, ¿Cómo estás?

Ignacio: poner esas maderas ahí-señaló.

Andrea: ¿Qué estás haciendo?

Ignacio: ampliando el rancho ¿Qué te parece? Necesito más espacio para los pura sangre de tu madre-acarició su rostro con ternura.

Andrea: bien... venía a hablar del enfrentamiento de ayer con mi suegro, la niña os escuchó...

Ignacio: que curiosa nos salió-soltó una carcajada.

Andrea: si bueno-sonrió-te dijo algo más José Antonio-su padre la miró.

Ignacio: no, porque habría de decirme algo más, lo de siempre.

Andrea: bueno lo que siempre desconocemos... ¿Por qué esa rivalidad?

Ignacio: ¡Eso no lo pongáis ahí!-miró a unos peones-cielo... estoy ocupado... hablamos en otro momento-su padre la dejó con la palabra en la boca.

Andrea: en fin...-suspiró mirando su casa, aquella casa albergaba muchísimos recuerdos de su infancia y sobre todo de su madre.

Su madre... como la echaba de menos y más ahora que estaba casada y que tenía una hija, quisiera compartir todo aquello con ella, consultarle sus dudas, hablar con ella de todo lo que le atormentaba, desahogarse... su madre siempre había sido un trozo de pan. Camino por la entrada de la casa, entró dentro invadida por los recuerdos y subió al primer piso.

Se paseó por las habitaciones, examinándolas, su esencia todavía podía percibirse por la casa, aquel olor a hogar la embriagaba, ese olor que empezaba a percibir en el rancho de Samuel y ahora el de ella, sonrió feliz... y avanzó hasta el final del pasillo, consciente de cada detalle del lugar, subió al desván, allí guardaban todo lo referente a su madre, las fotos, la ropa, muebles, detalles, todo... avanzó sentándose en la pequeña mecedora en la que cada noche la acunaba.

Sus ojos se aguaron con ternura y cogió una de las miles de cajas que pertenecía a los objetos personales de su madre, desempolvó la caja y la abrió con total normalidad, comenzó a rebuscar en la caja, en ella había alguna que otra prenda, algún libreto de recetas y varías fotos, pasó las fotos, eran de ella con su madre cuando era una niña, sonrió con ternura, las siguió pasando y frunció el ceño.

HEREDEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora