"— ¿Recuerdas esto?"
“—Amabas esta clase de comida”
“—Se parece a nuestro viejo barrio”
“—Aquel edificio es parecido al que vimos cuando nos perdimos una vez”
Decía cada vez que algo del pasado se aparecía frente a él y sonreía nostálgico. Ojala hubiéramos permanecido así siempre. Sin distanciarnos, sin dejar de hablarnos. Era lo que más había deseado desde el fondo de mi corazón hace un año atrás.
Sin embargo, el tiempo pasa y la gente cambia. El salió con otra chica que no era yo. Aunque pensándolo bien… ¿Lo que tuvieron no fue lo suficiente profundo para que duraran? Solté un suspiro mientras lo veía hacer malabares con unas mandarinas. Viviría con la duda pero al menos Adam tenía vía libre para volver a mi lado sin problemas. Continuamos caminando un largo rato, disfrutando el momento y sin darnos cuenta, habíamos llegado a la zona residencial.
—Hasta aquí puedo ir sola, gracias por acompañarme
Nuevamente me sonroje como un tomate al hablarle y mi tic nervioso salió a la luz al colocar un mechón de cabello detrás de la oreja.
—Está bien, toma las bolsas —Me entregó una por una las bolsas un poco desilusionado que la caminata terminara tan rápido —Nos veremos en la universidad.
Tras decir aquello sus labios se movieron en búsqueda de más palabras. Me quedé mirándolo expectante. Cualquier cosa que quisiera decirme, estaría atenta a oírla. Pero esbozó una sonrisa tímida, despeinándose el cabello, y se limitó a sólo decir:
—Cuídate.
Luego giró su cuerpo y comenzó a caminar dándome la espalda, dejándome atrás.
—Tú también... -Murmuré mirándolo irse, y después me di la vuelta para seguir el camino sola.
Era demasiado difícil ocultar mis sentimientos frente a él, disimular el sonrojo, el nerviosismo, todo para poder estar al menos unos minutos a su lado. A duras penas, con toda la fuerza que mi pequeño cuerpo tenía, logré cargar las bolsas hasta la puerta de entrada al edificio. Las solté en el suelo un instante y me dispuse a buscar en mi bolso las llaves. Puse a un lado las libretas y libros del bolso sin encontrarlas. Ya estaba empezando a desesperarme. Me incliné al nivel del suelo y vacíe mi bolso por completo buscando las llaves. Había algún que otro papel suelto, lápices, marcadores, mi libro favorito, las libretas pero ninguna señal de las llaves….
—Agh ¿¡Y ahora como se supone que entraré a mi departamento!? -Vociferé desesperada agarrándome la cabeza con ambas manos.
—Oye...
Un escalofrió recorrió toda mi columna al escuchar la sorpresiva voz. ¡Sí que me había asustado! Volteé en busca del dueño de esa voz, topándome con unos ojos zafiros que miraban con curiosidad todos los objetos que había sacado del bolso. Retrocedí unos centímetros ante el increíblemente profundo azul y mis labios no lograron articular ni una palabra, estaba tartamudeando demasiado. Sin embargo, mi vago intento se vio impedido al ser interrumpida por él.
— ¿Olvidaste tus llaves? - Interrogó señalando la puerta.
Lo observé detenidamente de arriba a abajo, parecía que estuviera un fantasma y mi mente se negaba a creérselo. ¡Sus ojos! Era el mismo azul. También su cabello alborotado y rubio era idéntico. Incluso la ropa….
—Si —Contesté levantándome del suelo con dificultad. Seguía incrédula de lo que estaba viendo.
— Espérame aquí, subiré a mi departamento y llamare a un cerrajero para que venga -Dijo el chico sacando sus llaves del bolsillo.
Entré en pánico. Si se iba entonces no podríamos continuar con la conversación. Necesitaba saber que era real y no un producto de mi imaginación o del cansancio tras un largo día.
—Espera... —Lo sostuve del brazo deteniéndolo y me miró intrigado — Lo único que necesito es que me abran la puerta principal y con eso será suficiente— Había sido un poco exagerada como para haberle sostenido el brazo de esa manera pero era la única forma que había encontrado para saber que en verdad existía.
—Mmm...Supongo que eso puedo hacerlo —Musitó arqueando la ceja algo extrañado.
Ambos entramos al edificio y subimos por las escaleras en silencio. Disimulaba bastante bien que no me costaba trabajo cargar las bolsas mientras subía uno a uno los escalones con pesadez. Mientras, aprovechaba la ocasión para mirarlo de reojo. ¿Cómo era posible no haberlo visto antes si era alguien que también vivía en aquel edificio? ¿Acaso no había una alta posibilidad pudiéramos cruzarnos? Hacía tres meses que llevaba viviendo allí y nunca lo había visto hasta aquel día que estaba haciendo skateboarding…
Al llegar al tercer piso, me dirigí hacia la izquierda donde se encontraba la puerta a mi departamento. Dejé las bolsas en el suelo y mirando la alfombra que estaba frente a la puerta me fije si tenía alguna extraña elevación o relieve. Me incliné levantando la alfombra, encontrando así una llave plateada que encajaba perfectamente con la cerradura.
Con alivio metí la llave en la cerradura y ladeé la cabeza al sentir el ruido de una puerta abriéndose que no era la mía. Él estaba entrando por la puerta del departamento de enfrente y también se volteó, cruzando nuestras miradas unos segundos. Misteriosamente sentí que el tiempo se había congelado.
—Me alegra que pudieras abrir la puerta —Había puesto una expresión gentil, amable al pronunciar aquellas palabras y le correspondí asintiendo tímidamente. Escuché sus quejas sobre el skate que le estorbaba el paso y se internó adentro de allí sin despedirse.
Tras ese suceso, entré a mi departamento rápidamente y cerré la puerta detrás de mí bruscamente. Las bolsas simplemente se resbalaron por mis manos, rodando algunos tomates y latas de atún por el suelo y me desplomé sobre la puerta, apoyando mi espalda sobre esta.
—Sí, es él...
Últimamente el destino buscaba sorprenderme y comencé a reír con ironía. El chico que me había dejado pasmada con sus maravillosos trucos de skateboarding vivía justo en frente. ¡A tan solo metros del mío!
Justo cuando creía que mi vida se estaba volviendo más y más catastrófica, resultaba que sería sólo el comienzo de mis futuros encuentros con el sol.
ESTÁS LEYENDO
Solsticio de verano(1er libro de la trilogía)
Teen FictionEl solsticio de verano es el encuentro poco casual entre el sol y la luna, que solo ocurre en dos en el año, creando un hermosa mezcla de colores en el cielo, combinando la luz con la oscuridad, la fría noche con el radiante día, inventando algo nue...