Narra Sara:
Sentía como el agua avanzaba sobre mis pies causándome cosquillas, la refrescante brisa acariciándome el rostro llevando todo mi cabello hacia atrás, el olor a mar se impregnaba en mi nariz, era sentir esa extraña paz que transmitía el sonido del romper de las olas. En ese instante caminaba sobre la suave y cálida arena, a la vez que mi acompañante corría energéticamente detrás de las gaviotas de un lado a otro. Luego si encontraba una almeja, caracol, erizo o concha de mar con colores extraños me lo mostraba con gran emoción, de la misma manera que si fuera un niño. Después de un rato de pasear a orillas del mar, decidimos sentarnos sobre la arena para disfrutar un rico almuerzo.
Comía con tranquilidad los sándwiches que habíamos comprado disfrutando del pacifico sonido del mar de fondo. Volteé a ver a David, quien prácticamente los devoraba, llenándose toda la cara y la ropa de las migajas de pan. No pude evitar soltar una risita llamando su atención.
— ¿Qué pasa? ¿Qué es tan gracioso? –Cuestionó terminando de tragar.
—No es nada, tu sigue comiendo –Musité entre medio de risitas.
—"No es nada" –Imitó mi voz –Vamos Sara, ¡Dímelo o sufrirás las consecuencias! –Me amenazó con una sonrisa maliciosa en el rostro.
—En serio, no es nada –Repetí retrocediendo lentamente. Él estaba planeando algo con la cara que me estaba mostrando y seguramente no era bueno.
Él se me quedó viendo un instante con el ceño fruncido, chistó por lo bajo y de repente se levantó de la arena. Se sacudió un poco la ropa y limpiándose las manos se fue acercando a hacia mi despacio, como un león acechando a su presa. En cuanto tuvo oportunidad, me levanté y me eché a correr por la orilla. Cada vez que volteaba, encontraba a David más cerca. La arena y las olas detenían mi paso dejándome a solo centímetros de él. Entonces, alcanzó mi mano y logró detenerme, nuestras miradas se conectaron unos segundos y sin pensarlo dos veces, me cargó sobre sus hombros como un costal de papas.
—Bájame por favor —Le rogué tratando de zafarme.
—No hasta que me digas porque te reías –Negó adentrándose al mar.
— ¿Q-qué harás si no te lo digo? —Interrogué asustada al ver que las rodillas de David ya estaban cubiertas de agua.
—Muy bien, entonces creo que haré esto –Musitó y en un segundo me arrojó al agua.
De repente me vi cubierta de azul y en el reflejo por encima del agua, veía a David reírse a más no poder. Me apresuré en salir a flote hasta salir por completo del agua, empapada de los pies a la cabeza. La brisa se volvió helada y me abracé a mí misma al sentir como rozaba mi piel, causándome escalofríos. David dejó de reírse al verme así y se acercó preocupado.
—Perdóname, creo que fui demasiado lejos –Murmuró sintiéndose culpable.
—Espera...—Hice una pausa logrando obtener su atención —Creo que había algo allí que me lastimo –Señalé el fondo del mar y él miró hacia esa dirección. Aprovechando la distracción lo empujé levemente haciéndolo caer al agua. Le había jugado una muy buena broma
— ¡Oye! –Exclamó asomando su cabeza. Encontrando como me desfallecía de la risa— ¿A dónde se fue la dulce y tímida Sara? ¡Devuélvemela! –Masculló tirándome con él al agua de nuevo.
Así comenzamos una pelea en el agua, mientras el horizonte se veía adornado de los colores rosáceos del atardecer. Pasamos bastante tiempo jugando hasta el cansancio. Chorreábamos agua por todas partes y con la puesta del sol, nos vimos obligados a buscar un lugar para secarnos pronto. Volvimos a la orilla donde por suerte aún estaba el abrigo de David intacto y mi bolso. Él se me adelantó y tomando su abrigo de la arena lo puso sobre mis hombros sonriéndome cálidamente, dándome a entender que sabía que estaba tiritando de frio.
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Solsticio de verano(1er libro de la trilogía)
Roman pour AdolescentsEl solsticio de verano es el encuentro poco casual entre el sol y la luna, que solo ocurre en dos en el año, creando un hermosa mezcla de colores en el cielo, combinando la luz con la oscuridad, la fría noche con el radiante día, inventando algo nue...