Capitulo 33: A mi lado

47 3 1
                                    

—No puede ser….

Estaba allí, paralizada, procesando lo que mis ojos veían, las fotos de una chica totalmente golpeada en cada parte de su cuerpo, fingiendo que todo estaba bien, sonriendo con sus amigas para olvidar el dolor, con esos moretones sobre su piel, tan notorios que en aquel tiempo los maquillaba para que no se vieran…. ¿Cómo se suponía que reaccionara a eso? Mi cuerpo no se movía, me era imposible creer que todo el mundo en la universidad las había visto, habían visto mi estado desastroso de aquel entonces.

— ¿Cómo se supone que llegaron estas fotos aquí? –Masculló Adam arrancándolas como loco de la cartelera.

Cerré mis ojos tratando de contener mis lágrimas, presionando mis manos en puños para aguantar el dolor pero lo único que conseguía era lastimarme las palmas por los rasguños de mis uñas clavándolas. ¿Por qué no acababas con mi vida, fuerza misteriosa? Deja que  termine con todo esto.

Bajé mi mirada al suelo por la vergüenza de que todas las miradas estuvieran dirigidas a mi persona. Todos murmuraban cosas horribles sobre mi pasado, sobre cómo alguien como yo había logrado llegar a una universidad, sobre como había podido salir lastimada de aquella forma. Mis labios temblaban ante mi lucha por no llorar, apenas si tenía fuerza para mantenerme de pie…rogaba que alguien acabara con eso de una maldita vez.

Escuchaba de fondo el sonido muy parecido al del papel romperse una y otra vez de forma desquiciada, y vi como los trozos de las fotografías llegaban hasta mis botas. Adam se acercó a mi lado y apoyó su mano en mi hombro para que lo mirara. Muy lentamente me atreví a alzar la mirada, con mis ojos hinchados y seguramente enrojecidos, costándome mantener mi mirada puesta en la suya con la necesidad de aferrarme a él para sentirme un poco más segura. Sin embargo, no dejó que continuara en ese estado y me encerró entre sus brazos, ocultando mi rostro de los demás.

— Aléjense, aquí ya no hay nada más  que ver, vamos despejen la zona- Ordenó al resto de la manada de estudiantes que seguía expectante de cada movimiento.

Gracias a él conseguí caminar por el campus, protegiéndome de todo aquel que se reía de mí o criticaba mi pasado mandándolos a todos al diablo. Tiré de su sweater levemente, asomando mi cabeza entre sus brazos para llamarle la atención.

—A-Adam… ¿Puedes llevarme a casa? –Le pregunté a duras penas con mi tono de voz todo pequeñito. Estaba actuando como una niña pequeña llorona pero necesitaba que él me protegiera, tenía tanto miedo de todas esas cosas horribles que decían sobre mí…

—Claro, vamos, —Contestó de inmediato —Quisiera saber que prepararas de delicioso como recompensa por ser tu protector –Dijo en forma de chiste intentando hacerme reír.

—Tomaras café –lo miré como algo que era obvio y el bufó rendido - y quizás un strudel de manzana para acompañar.

— ¡Vamos Sara! ¿¡Qué esperas!? ¡Quiero mi strudel! –Exclamó Adam de repente arrastrándome con él a toda velocidad.

La felicidad y entusiasmo con la que salió corriendo se me contagió y comencé a reír a carcajadas. Mi humor había cambiado totalmente, había logrado que tuviera una sonrisa en mi rostro aun cuando hacia un momento tenía ganas de llorar. Lo amaba tanto por haber causado eso en mí que le seguí la corriente ante la felicidad desbordándome y me animé a correr con él por la calle como dos locos de remate.

Fuimos cantando, saltando y riéndonos a carcajadas por la calle hasta llegar a la puerta de mi edificio. Estábamos exhaustos, sin aliento y apenas nos detuvimos, nos dedicamos a recuperar el aire mientras seguíamos riendo. Adam no dejaba que en ningún momento pensara en cosas malas, se esforzaba en hacer alguna tontería para que esa sonrisa se mantuviera en mi rostro.

Solsticio de verano(1er libro de la trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora