Capitulo 37: Engaño

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Narra Rebecca:

Al fin llegaba la tan esperada semana de receso. Todos la habíamos tenido difícil con los exámenes y un buen descanso para renovar energías no venía para nada mal. En mi caso había decido quedarme en casa para descansar, mirando películas mientras tomaba  té saborizado con frutilla, saboreando su aroma dulce y relajante. Del otro de la casa, era tipico oir  el ir y venir de unos tacones, pertenecientes a mi hermana mayor ya que compartíamos casa, la cual era una obsesiva con el trabajo, siempre a las corridas, portando ese maletin repleto de papeles y documentos importantes y ultimo pero no menos importante, vistiendo esa típica vestimenta de secretaria con camisa y falda pegada al cuerpo. La mayoria del tiempo, ya que salia hacia su trabajo con los minutos contados para llegar temprano, se la escuchaba renegar que su café sabia horrible y las tostadas se le habían quemado, obviamente seguido a eso mi carcajada retumbaba por toda la casa aunque recibía un bien regaño de su parte con la excusa de “Ten respeto a tus mayores”. Vaya, como si fuera a respetarla, era mi hermana, la chica que amaba molestar.

Entre mis planes estaba aprovechar  al maximo el primer dia del receso receso con David, habiamos organizado una cita en Middletown ya que había varios lugares turísticos muy bonitos para visitar. Cada oportunidad que teníamos para avanzar como pareja, era preciada porque sabiamos que nos ayudaria a conocer aun mas del otro. Sin embargo, tanto él como yo sabíamos que no sería fácil que el amor creciera entre nosotros tan rápido, en especial, con mis sentimientos tan a flor de piel por Solomon. También me sentía culpable cada vez  que notaba la inseguridad reflejada en la mirada de David , con esa clase de temor que quizás podría apartarme de su lado de repente y desaparecer. Me esforzaria para que no se sintiera de esa manera, intentaria no ser tan dura con sus tonterías y simplemente disfrutar de su compañía.

Otra de las cosas en la que estaba esforzándome en cambiar eran mis celos porque aunque no me afectaban los momentos que las chicas lo rodeaban si lo hacia Sara. Esa niña encerrada en el cuerpo de una chica ya universitaria, con sus gestos tan tímidos y reservados, amigable y bondadosa, todo lo contrario a mí y  que no había sudado ni una gota para llegar a ser tan cercana a David. Había sido directa con ella sobre su cercanía, le advertí que mantuviera su distancia y  al parecer lo había entendido demasiado bien porque no tardó mucho tiempo en aclarar las cosas con él y al minuto siguiente actuar como si fueran completos desconocidos. De verdad me habia dado pena ser tan dura con Sara, pero la manera que David hablaba de ella había causado esos horribles sentimientos en mí.

Cuando al fin habia llegado el dia de nuestra cita en Middletown, disfrutamos de pasear en una canoa en forma de cisne en uno de los lagos que había allí, muy bonita por cierto, mientras ambos remando a duras penas, riéndonos de lo inútiles que parecíamos y que dábamos lastima. Luego nos detuvimos en el centro para alimentar a los patitos con unas migajas de pan que al parecer adoraban, aunque bueno…apareció David y su tonteria, arrojando prácticamente todo el paquete que tenía. Bufé sin encontrarle remedio a su niño interior y le di la mía para que siguiera jugando.

Habiamos estado un buen rato alimentando a los patos y comenzabamos a aburrirnos asi que volvimos a la orilla, devolviéndole los remos al hombre que nos había alquilado la canoa.  Hasta ese momento parecía una cita divertida, caminando por la calle tomados de la mano, observando los edificios antiguos junto a los nuevos, disfrutando la brisa del otoño golpear nuestros rostros con suavidad, detalles que lograban reconfortar el corazón y hacían sonreír porque sí.

Lamentablemente los buenos momentos duraban poco, el dia habia pasado con extrema rapidez y lo notamos al ver la llegada del anochecer. Nos vimos obligados a volver a casa antes que se pusiera peligroso y nos habrá llevado unos quince minutos alcanzar la estacion de tren de Middletown. El último tren hacia Hartford estaba a punto de partir y tuvimos suerte de conseguir cogerlo. Nuestras respiraciones estaban agitadas al subirnos en él y al nos sentamos a recuperar el aliento en unos asientos vacios que habia alli por el horario. Ladeé la cabeza hacia el gran ventanal, observando la maravillosa vista del cielo estrellado y a mi lado David apoyando su cabeza sobre mi hombro totalmente sin energia y entrando al mundo de los sueños.

Solsticio de verano(1er libro de la trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora