Capitulo 12: Un adorable celoso

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Narra Adam:

Usualmente mis mañanas no eran para nada tranquilas. La mayoría de las veces despertaba con mi perro lamiéndome la cara, mi madre gritándome o mis hermanos golpeándome con quien sabe qué cosa logrando que me despertara de pésimo humor. En otras palabras, con un humor de perros como solía llamarlo mi progenitora.  Mi sueño era que al empezar la universidad, la vida fuera maravillosa, sin gritos, golpes y el disfrutar únicamente de la compañía de mi adorado Alex. Aunque seguía pareciendo absolutamente imposible.

Después de desayunar, y acompañar medio camino a mis hermanos a la escuela, sentía que por fin entraba en ese mundo de universitario. Donde a mis compañeros les encantaba los animales, tanto como a mí y eso era demasiado. Mi segunda cosa favorita de estudiar veterinaria es que compartía algunas clases con los de medicina, clase a la cual concurría mi antigua compañera de instituto, Sara Rawson.

Nunca entendí cuando empezamos realmente a hablar, pero entendía a la perfección que el que ella entrara a mi vida había significado algo tan bueno como el día que encontré a Alex abandonado en una caja en ella escrita que sus dueños lo daban en adopción. Sara era especial sin duda alguna, tímida, tierna, inocente, sincera, honesta, esa clase de persona que no estás seguro si te la encontraras alguna vez en otro lado.

La mayoría de los días buscaba alguna razón para verla, para hablarle, para pasar un poco de tiempo a su lado porque simplemente era difícil sacarla de mi cabeza, aun con todas las cosas que pasaron entre nosotros en el último año de instituto. El encontrarnos en la misma universidad, otra vez de esa manera…si no era el destino ¿Qué se suponía que fuera?

En la época de verano, sabía que ella estaba más sensible de lo normal, el perder a su madre quien adoraba con locura seguro no era fácil. También conocía la fecha que murió y que ella andaría muy triste como para tener ánimos de hablar con alguien. A Sara le gustaba pasar esa fecha sola, sin dejarme otra opción que mantenerme alejado pero ese año me aseguraría de cambiarlo.

Caminé por los pasillos de la universidad aquel día, buscando a Sara en cada salón sin tener éxito. En la biblioteca no estaba, en el auditorio tampoco, en la enfermería menos aunque bueno ella si se ponía muy nerviosa se desmayaba así que no perdía nada con revisar. Recorrí el edificio entero de arriba abajo sin hallarla. Cuando como si un haz de luz la iluminase apareció su mejor amiga yendo a su próxima clase enfrente mío.

— ¡Nat! ¡Espera, tengo que hablar contigo! –Vociferé logrando que se detuviese.

—Jones, eres tu… ¿Qué sucede? –Interrogó arqueando la ceja.

—Mmm… ¿Has visto a Sara?

— ¿Sara? ¡Ah, ya se! –Recordó de repente—Ella me mando a decirte que hoy no vendría, ya sabes, va a ir a visitar a su madre.

— ¿No sabes a qué hora volverá?

—Seguro antes que se oculte el sol –Respondió pensativa—Pero ¿Por qué pregun…?

Antes que pudiera terminar su pregunta, salí corriendo por el pasillo como si mi vida dependiera de ello. Si me dirigía al centro de la ciudad, llegaría a la tienda de flores antes que cerrara y compraría sus favoritas. La mejor manera de animarla era comprarle sus flores favoritas y acompañarla en su día de luto. Así ella confiaría que mi al estar su lado en un día tan terrible como ese.

En el camino hacia donde recordaba que Sara se había mudado, encontré la tienda de inciensos y aromatizantes abierta y pensé que sería una buena manera si rezábamos juntos por su madre, no tenía que hacerlo sola si me tenía a su lado. Eso me daba tanta felicidad, me regocijaba, me hacía sonreír de oreja a oreja, ya imaginaba la escena: Ella me abrazaría y con una sonrisa tímida diría “Gracias Adam” ¡Incluso su voz sonaba tan bonita en mi cabeza! Era el plan perfecto.

Al menos eso es lo que pensaba minutos antes de llegar a la esquina donde estaba su edificio. Porque para mi sorpresa, ella estaba en los brazos de otro, llorando desconsoladamente, aferrándose a él… ¿¡Pero qué demonios!? ¡Ese lugar me pertenecía solo y únicamente a mí! Puede que ella necesitara de alguien en un día tan triste como lo era ese pero si solo hubiera esperado un rato más, estaría yo rodeándola entre mis brazos, consolándola…

Simplemente no aguanté más la situación. No podía quedarme así, la rabia, los celos, la ira, todo se revolvía en mi estómago dándome más razones de dejarme llevar por mis instintos. Y lo hice.  Me acerque prepotentemente hacia ellos y de un empujón separé a ese chico de Sara.

— ¡Aléjate de ella imbécil! ¿¡Quién te crees que eres para abrazarla!? –Mascullé sosteniéndolo del cuello.

— ¡A-Adam, espera un segundo! —Exclamó Sara deteniendo el puñetazo que estaba preparando para darle al rubiecito ese.

—Yo no hice nada, la vi llorando y quise animarla un poco –Se defendió aquel chico apartando la mirada.

— ¡No tienes ningún derecho de hacerlo y deberías saberlo idiota! —Volví a mascullar rechinando los dientes.

—Mejor vayamos adentro, ne-necesitas tranquilizarte –Acotó Sara sosteniéndome del brazo mientras me arrastraba hacia dentro del edificio—Perdona la molestia David —y bajó su mirada avergonzada, ¿Por qué ella actuaba así con él?

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Narra Sara:

Llevé a Adam a rastras hacia el departamento sin pronunciar  ni una palabra. Mi estado emocional no me lo permitía, empeorando aún más su situación, me había visto de esa manera con un chico totalmente desconocido. Enserio ¿Qué rayos me había pasado por la cabeza?

Sentía el mundo sobre mis hombros, como todo era pesado, difícil de manejar. Por otro lado también las palabras de Adam daban vueltas en mi cabeza. Actuar de esa manera por mí, casi golpeando a un chico por el simple hecho de abrazarme… ¿Qué es lo que pasaría por la cabeza de él? Creí conocerlo del todo, habiendo sido amigos por tanto tiempo era común saber cosas del otro, sin embargo el chico que estaba caminando a mi lado parecía distinto, ya no era en apariencia sino también en personalidad.

Abrí la puerta lentamente dejando que el entrara antes y encendí las luces. Siendo tan cercanos, seguíamos sin hablarnos, sin decir nada en absoluto. Se sentó en el sofá mirando a su alrededor con curiosidad. Quizás observando que La decoración, el color de las paredes, los muebles, todo tenía ese toque que me caracterizaba.

— ¿Quieres que prepare café? –Le pregunté al acercarme a la cocina.

—Sí, supongo que me vendría bien un poco –Musitó echándose sobre el sofá.

Luego de oprimir los botones de la máquina, aparecí por el lumbral de la puerta apoyándome en el marco. Él me miró a los ojos, seguramente notándolos enrojecidos de tanto llora y apagados…

—Lo siento tanto Sara, no pensé lo que hacía y…—se incorporó en el sofá agachando la cabeza  —Solo, perdóname ¿Si?

—No entiendo porque actuaste así, nunca te vi tan enojado –Musité sentándome a su lado con el semblante preocupado.

—Estaba celoso que él pudiera abrazarte y yo no –Pronunció  ocultando su rostro con la almohada que estaba junto a él.

Mi corazón pegó un pequeño saltito al oírlo. El poder de esas palabras era increíble, me habían paralizado de pies a cabeza sin darme la chance de reaccionar o decir algo. Aun si buscaba alguna respuesta, no saldría de mi boca con tanta facilidad. Como si fuera para menos, el chico que siempre me había gustado estaba declarándome que estaba celoso ¡Celoso! ¡Por favor! Seguro era un sueño, y si lo era, tenía que despertar lo más pronto posible antes que cayera en ese hermoso engaño.

La máquina que pitaba señalando que el café estaba listo hizo que los dos volteáramos hacia el mismo sitio. De reojo vi como el color carmesí de su cara llegaba a su cuello, llegaba hasta sus orejas. Era tan tierno, muy pocas veces había tenido la oportunidad de verlo en ese estado.

—I-iré a servir el café, espera aquí –Murmuré levantándome del asiento mientras acomodaba un mechón de mi cabello detrás de su oreja. ¿Ese tic nervioso nunca se iría?

—Espera–Se levantó del sofá sujetando mi brazo— ¿No dirás nada al respecto? ¿No me preguntaras porque me pondría celoso?

Solsticio de verano(1er libro de la trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora