Capitulo 11: No soy mas la chica que solia conocer bien

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Ahí estaba…enfrente de mí. Mi hermana, la niña que abandone…Había cambiado tanto. Su cabello era tan largo como el mío pero de color castaño, llevaba su uniforme, y entre sus manos tenía un gran jarrón lleno de agua.

Como si ignorara mi presencia, dirigió su atención a colocar el ramo de rosas azul coral en el florero y se quedó mirando la tumba. Los días en que ella y yo  jugábamos juntas parecían lejanos, me trataba con indiferencia y no me dirigía la palabra, quizás Sam seguía enojada después de lo que le hice…

—Sam, si esto es sobre papá… yo… -Dije tratando de preguntárselo pero, no salían las palabras.

—Es tu culpa que él aun ahora siga bebiendo —Masculló frunciendo el ceño—Si nos hubiéramos quedado con él, nosotras podríamos haber…

— ¡No! –Exclame — ¿N-no crees que hicimos bien en alejarnos de él? –Mi voz de estaba a punto de quebrarse – Recuerda como nos maltrataba, las veces que ambas terminábamos golpeadas, no… no le importábamos en lo absoluto—Mire a mi hermana con los ojos cristalinos apoyando mi mano sobre su hombro.

— ¿¡Tú qué sabes sobre él!? ¡Éramos sus hijas! ¡Debíamos estar a su lado! ¡Es lo que mamá hubiera querido! –Vociferó Sam soltándose de mi agarre— ¡Te odio! ¡Es toda tu culpa! ¡Tú culpa!- Y rompió a llorar desconsoladamente ocultando su rostro con sus manos.

El cielo inesperadamente se tornó oscuro, los truenos resonaban una y otra vez como si fuera a caer millones de explosivos y la lluvia empezó a caer con más fuerza. Miraba llorar a mi hermana mordiéndome el labio inferior, sintiéndome incapaz de soportar tanto dolor, aun si escapaba de esa vida, seguía siendo débil…tenía el gran deseo de llorar y llorar hasta acabar con esa agonía que me carcomía por dentro. ¿Por qué no podía todo volver a la normalidad? Sabía que sería así…el día que mi madre murió, mi mundo se desmoronó por completo.

El ruido de un coche aparcando en la entrada se alcanzaba oír a lo lejos. Era una limosina negra de la cual salía un muchacho vestido de traje, de cabellera castaña y ojos  grises como los míos. Era mi primo, Matthew que caminaba hacia donde estábamos con el semblante preocupado y cargando un paraguas con él.

—Sara… –Musitó un poco sorprendido de verme allí — no esperaba verte aquí —A él no le gustaba mucho el hecho de sonreír, pero se esforzó en darme una media sonrisa, mostrándome que estaba feliz de verme.

—Mejor subamos al coche antes que pesquemos un resfriado –Murmuró Sam tomando el paraguas de la mano de Matt a la fuerza y caminando hacia la entrada.

—Ha-hablaremos tranquilos en la limosina –Le acaricié la mejilla con cariño sonriéndole —Gracias por preocuparte por mí y cuidar de Sam…

—No te preocupes, son mis primas, mi deber es protegerlas. Ahora subamos al coche, está lloviendo fuerte y no es bueno quedarse aquí afuera –Dijo cubriéndome con su saco para que no me mojara.

Durante el viaje en la limosina los tres permanecimos en silencio. Matt amablemente me ofreció llevarme a casa después de dejar a Samanta en la casa de sus padres. A través de la ventanilla miraba caer las gotas de lluvia, sintiendo ese vacío de nuevo en mi pecho. Empezaba a cuestionarme las decisiones que había tomado. Abandonar a mi padre en ese estado, dejar a mi hermana en la casa de mis tíos, buscarme una casa donde vivir y un trabajo. Creí realmente que había hecho bien, pero luego de verla a Sam en ese estado, ya no lo sentía así.

Mi hermana no me volvió a dirigir la palabra en todo el camino, lo único que hizo fue lanzarme  una mirada fugaz antes de bajarse del coche y entrar a la casa. En el trayecto hacia Connecticut, Matt me contó  que mi ella no tenía mucho trato con el resto de la familia y que se dedicaba a estudiar y practicar karate, pero que aun así seguía sin querer hablar de nuestros padres.

Seguramente debió ser duro para ella también…” —Pensé.

Luego también hablamos si sabía algo sobre la condición de mi padre. Matt negó con la cabeza diciéndome que desde la muerte de mi madre no sabían absolutamente nada de él, que lucía como si también se hubiera alejado de la familia. Era extraño como el poder de la genética, nos hacía hacer a los tres exactamente lo mismo. Los tres no hablábamos entre nosotros, pero tampoco con la familia Rawson. De repente vino a mi mente el ramo de flores, papá aun recordaba a la perfección el color favorito de mamá, la clase de flores que ella adoraba…aun no podía superarlo, ni olvidarla.

—Creo que ya estamos llegando- Dijo Matt pero no le respondí, mi voz de repente se silenció.

La limosina se detuvo frente al edificio, el chofer se bajó del coche abriendo el paraguas y abrió la puerta para que me bajase.

—Gracias por hoy Matt, nos veremos pronto –Murmuré un poco fría, con pocos ánimos  y salí por la puerta agradeciéndole al chofer.

La limosina volvió arrancar al verme cruzar la entrada aunque estaba segura que deje a Matt bastante preocupado. Porque esa chica de hace unos segundos no estaba ni cerca de parecerse a mí.

Camine unos cuantos pasos hasta la entrada del edificio con el último rastro de fuerza que quedaba en mi cuerpo y al ver desaparecer el coche en el horizonte, apoyé mi mano contra la puerta buscando la manera de mantenerme erguida.

No estaba segura cuanto tiempo aguantaría así. Mi pecho dolía tanto, tanto que era sentir como si millones de dagas me fueran clavadas, los recuerdos me inundaban una y otra vez, nunca había sido fácil decir adiós a mamá, preferí avanzar y dejarla atrás. Sin embargo ¿Cómo era posible olvidar alguien que amabas? Me tambaleé ante el intenso dolor de las punzadas hasta caer al suelo. Intentaba contener mis lágrimas que deseaban con fervor salir escapar. Me sentía como una pequeña niña indefensa y me era imposible evitarlo, así poco a poco fueron resbalado por mis mejillas las lágrimas hasta caer con la misma intensidad que la lluvia.

¿Era posible olvidar la imagen horrible de tu padre emborrachándose? ¿Ver cómo tu hermana te echaba la culpa de su miseria? No me lo merecía, siempre había sido buena, amable, honesta, haciendo lo que creía correcto pero al parecer eso no bastaba, porque era débil y no podía soportarlo sola.

—Sara...-Murmuró una voz a mis espaldas — ¿Qué haces aquí?

Tenía esa sensación que ya había oído eso antes….

—Pensaba preguntarte si podíamos comer spaghetti pero no te vi durante todo el día–Entonces pausó un segundo y continuó — ¿Me estas escuchando?

Volteé a ver a aquel muchacho soltando un pequeño sorbo mientras me limpiaba las lágrimas. Veía todo nublado de tanto llorar, apenas diferenciaba una figura masculina frente de mí. Como pude, se levanté del suelo y caminé tambaleándome hacia él.

—Y-ya no lo soporto más…- Formulé al borde de comenzar a llorar de nuevo.

Él quedo estático ante esas palabras. Ocultaba con mi cabello mi mirada. Estaba perdida, no sabía a quién recurrir. Fue entonces cuando sentí como unos brazos me rodeaban aferrándome a él contra su pecho. Esa sensación de sentirme fría, frágil, no desaparecía…me sostenía de su camiseta con mi mano temblorosa mientras  hundía más y más mi rostro en su torso lanzando pequeños sollozos.

—Todo estará bien, llora todo lo que quieras  –Musitó a mis  oídos acariciándome el cabello buscando de alguna forma tranquilizarme.

Solsticio de verano(1er libro de la trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora