Capitulo 31: Un mal dia

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Salí del auditorio frustrada. En verdad esperaba más de mí en ese examen y lo peor de todo era que mi resultado sería horrible. Preocupada por todas esas cosas no noté que había un chico castaño esperándome afuera, mirando por el gran ventanal que daba a las afueras de la universidad.

—Adam…. ¡Adam! –Exclamé su nombre con mis ojos llenos de lágrimas arrojándome sobre él.

— ¿Acaso sucedió algo? –Cuestionó sorprendido de mi actitud.

Me separé un poco de él y mirándolo a los ojos asentí, lo necesitaba, no era capaz de continuar…

—Entonces vayamos al campus –Propuso sonriente entrelazando nuestras manos.

Me dejé llevar por esa sonrisa tan encantadora y pacífica, apoyando levemente mi cabeza sobre su hombro, disfrutando la calidez que le daba a mi corazón con tal solo verlo, lo primero que cruzaba por mi cabeza era abrazarlo, tenerlo a mi lado, para calmar todas esas inquietudes que se revolvían dentro de mí.

Apenas traspasamos la puerta de metal que daba a los jardines, nos encontramos con una luz brillante proveniente del sol. Llevé mi mano a mi sien para taparme un poco de la luz hasta que mis ojos se acostumbraran de nuevo a ella y seguí caminando con Adam por aquel sendero de piedra hasta llegar a los bancos de madera ubicados en las cercanías del campo de futbol.

Él se sentó primero y con su brazo apoyado en la banca, me invitó a sentarme. Al instante que me coloqué a su lado, me encerró entre sus brazos logrando así que sintiera su respiración chocar contra mi piel porque aquel día llevaba una blusa que dejaba ver un poco de ella. Sentía cálida la temperatura de su piel comparada a la mía, otra vez su perfume comenzaba a marearme  con ese toque suave a madera de cedro e impulsivamente hundí mi rostro en su pecho para disfrutar de su aroma.

Luego sentí como sus dedos rozaban mi cuello causándome unas leves cosquillitas. Me separé de él bruscamente ante el contacto y lo miré extrañada. Él esbozó una sonrisa traviesa y señaló mi cuello para que mirara, encontrándome con un cadena plateada brillante y un dije con la forma del cuarto de luna. Continué mirándolo raro sin entender sus razones… ¿Por qué él…?

—Es para ti –Soltó jugando con la cadena— Quería darte algo que su significado fuera importante y quizás animarte un poco –Subió su mano a mi mejilla y la acarició suavemente.

—Gracias Adam –Dije apoyando mi mano sobre la suya mientras sonreía con su caricia— En verdad te necesito a mi lado, anoche sucedió algo horrible –Murmuré mordiéndome los labios ante el sollozo que mi garganta quería lanzar.

— ¿Es algo sobre tu familia? –Preguntó cambiando su semblante a uno preocupado.

—S-si –Titubeé conteniéndome—Mi padre llamó anoche, volvió a decirme todas esas cosas horribles al igual que cuando me mude y yo…simplemente no pude…—Y mi voz fue desvaneciéndose. Comenzaba a invadirme la angustia, la tristeza, esas ganas de llorar al sentirme la peor hija del universo y que todo era mi culpa.

—Sara, ignora todas esas cosas que te hacen mal, eres feliz ahora, no necesitas preocuparte por cosas del pasado –Musitó besando mi frente. Dejando rastros de sus labios sobre mi piel de tal forma que aun los sentía sobre ella a pesar que habían pasado unos segundos.

 Estaba tan avergonzada que no podía verlo a los ojos. Fue entonces que vi el collar en mi cuello y  tomé el dije entre mis manos, observándolo detenidamente mientras lo palpaba con los dedos. El cuarto de luna estaba decorado por pequeñas piedritas brillosas de color plateado y el resto de la luna que no se veía tenía piedritas azules apagadas para remarcar el contraste de luz.

Solsticio de verano(1er libro de la trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora