Cap 31

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Zack... Zack ¿Se llama como yo? ¿Es solo una coincidencia? una coincidencia muy rara...

-M-mucho g-gusto-estaba muy nervioso. Jamás creí que vería al señor que aparecía en mis sueños todo el tiempo. Ese que decía ser ¿mi padre? ¿Sería mi padre? No... eso sería imposible... no me parezco a él, ¿o sí?

-El gusto es mío-dijo y estrechamos nuestras manos. Nos miramos a los ojos fijamente y él se veía tan confundido como yo. Sus ojos verdes tan intensos como los míos me miraron fijamente como leyendo mis pensamientos. Ahora estaba más nervioso que nunca.

-¿No creen que es algo confuso que ambos se llamen igual?-dijo Samantha y me solté del agarre de Zack.

-Eso mismo pensé yo, Angelita, ese nombre no es muy común ¿ustedes se conocen?-preguntó Miguel mirándonos y yo miré a Samantha con pánico ¿y si me mataban por lo del robo de las joyas?

-Si... ahorita nos conocimos-dijo ella mintiendo y yo pude respirar.

-Muy bien... Diablo, vamos a llamarte así para no confundirnos.

-¿Tú no tienes segundo nombre?-reguntó Zack mirándome y sentí un escalofrió en todo el cuerpo.

-No en realidad... fui adoptado por mi jefe, ya que mis padres me abandonaron cuando era muy pequeño-dije un poco melancólico. La verdad lo de mis padres aún me pegaba y me destrozaba el corazón, me hubiese gustado crecer con ellos y saber lo que es tener una familia.

-Lo lamento mucho-dijo Zack colocando su mano en mi hombro y me dedicó una mirada... una mirada particular... llena de comprensión y afecto, esa que quizá... le da un padre a su hijo.

-Bueno... el tiempo es oro ¿Hacemos el plan?-preguntó Miguel y todos asentimos y nos dirigimos a una pequeña bodega llena de cajas que parecían ser de licores... pero en realidad eran solo cajas llenas de droga-Samantha y Zack van a ir juntos a este barrio... allí venderán cada uno, medio kilo de droga.

-Aguarda, yo iré con mi hija-dijo Zack... o Diablo como dijo Miguel, muy molesto.

-Diablo, tú tienes que ir a este otro barrio.

-Pero no voy a dejar a mi hija sola ¡Tú sobrina! ¿Y si le pasa algo?

-Me convenciste para que dejara que ella hiciera esto, ahora tienes que seguir mis órdenes, porque el jefe ¡soy yo!-dijo Miguel molesto y de pronto el ambiente se puso muy tenso.

-Ese no era el trato.

-El trato era que ayudaras a Zack... ahora él tiene a Samantha y estoy seguro de que él la cuidará muy bien, ya que es mayor que ella.

-¡Solo es un niño!

-¡Pero ese niño tiene tanta experiencia como tú!-gritó Miguel y de repente el Diablo se volteo y me apuntó con su pistola. Sentí un vacío en mi estómago en ese momento.

-Demuéstrame qué tan bueno eres-dijo guitándole el seguro a la pistola.

-¡Diablo!

-¡Papá!

¡Pum!

Diablo

Cuando conocí a ese chico que creí que me caería mal, me sorprendí al verlo... me parecía tan conocido... se parecía mucho a mí cuando tenía su edad. Me parecía extraño eso... pero me enojó al verlo con ¡mi hija! Sí, era mayor que ella, pero eso no le quitaba nada, además ese chico seguramente buscaba lo mismo que yo a su edad, solo sexo. Eso me preocupaba.

Cuando el estúpido de Miguel dijo que Samantha y él irían ¡solos! A vender droga, eso me preocupo ¡no podía dejarlos solos! Según Miguel, el chico sabía defenderse, por instinto, saqué mi pistola y le apunté para que me demostrara si era verdad. Debí dispararle, pero algo no me dejó, no sé si era porque me recordaba a mí, pero no podía halar del gatillo... solo quería asustarlo para que supiera quien manda.

Diablo de ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora