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El olor a pizza caliente hace que mis papilas gustativas se activen y hagan mi boca agua. Si no fuese porque Cameron está justo frente a mí, juro que ya me habría avalanzado sobre la pizza sin ninguna piedad, pero como siempre la mirada del chico de pecas frente a mí me intimida un poco y me pone más caliente que la pizza. ¿Yo dije eso?

—Bien —dice Cameron llamando mi atención—. Esto luce delicioso y parece una verdadera obra de arte, pero no me molestaria comerla ahora.

Yo no digo nada, porque frente a Cameron parezco un completo idiota con las palabras, así que solo asiento lentamente, observando como sirve un poco de jugo en un par de vasos con total delicadeza. Pica la pizza y me tiende un pedazo con esa típica sonrisa que acentúa las pecas alrededor de sus pómulos. Yo acepto gustoso y no puedo evitar reír al escuchar su suspiro de placer al morder la pizza.

—Eres un gran cocinero —habla cuando ha parado de masticar.

Su voz suena algo angelical, se nota que aún no ha llegado del todo al fin de la pubertad.

—Gracias —respondo con sencillez.

Mi respuesta parece decepcionarlo, porque su sonrisa decae y sus ojos dejan de mirarme. Admito que me siento un poco culpable por no ser tan comunicativo con él.

—Eres muy tímido —resalta después de unos segundos de silencio.

Mi corazón comienza a latir con fuerza como cada vez que me pongo nervioso por sus palabras, acciones o su simple presencia. Ésta conversación, a medianoche, en la sala de las casa de mis tías y hablando a susurros para no despertar a nadie; se está tornando incómoda.

—Cada vez que intento hablarte pareces reacio a intercambiar más palabras de las necesarias conmigo y eso me resulta totalmente incómodo —dice y yo no puedo ocultar mi sorpresa ante su sinceridad— ¿Acaso no te agrado? Ya sé ¿todo esto es por el encuentro del baño?

Definitivamente iba a sufrir un ataque de nervios en ese momento. La lengua viperina de Cameron, había despertado una curiosidad intensa en mi ser y no podía evitar sentir miedo ante eso. No podía permitir sentir la más mínima atracción por ese chico porque el resultado sería obvio; un corazón roto.

—No es nada de eso —digo con la voz un poco elevada, pero temblorosa para sonar menos timido—. Soy un poco desconfiado con las personas a las cuales no conozco bien.

Muerdo mi labio esperando su reacción, espero que no se levante y me deje solo porque mis palabras lo ofendieron, porque claramente esa no era mi intención. Sin embargo, él sonríe de manera deslumbrante y no puedo evitar sentir alivio.

—Entonces —comienza a decir tomando un segundo pedazo de pizza— ¿Qué debo hacer para que confies en mí? Señor palabras de escritor.

Me quedo pensativo durante unos minutos sintiendo la mirada color miel de Cameron sobre mí ¿Qué debía hacer para que yo confiara en él? No lo sé, quizás debe dejar de mover mi mundo de esa manera tan solo con sus palabras y su sonrisa ardiente.

—Hagamos algo —agregó Cameron—. Yo te haré preguntas y tú respondes cuando te sientas cómodo ¿vale?

Lo dudo unos segundos, pero el me tiende otro pedazo de pizza y rellena mi vaso con más jugo y ante tan bonito gesto no puedo negarme, así que con un simple él inicia la ronda de preguntas.

—No sé muchas cosas de ti, solo que te llamas Nathan y que tienes diecisiete años —recordó pensativo—. Cuentame ¿Qué re gusta hacer? O ¿Como te ves en un futuro?

Lanzo una carcajada de la que me arrepiento de inmediato por mi repentina falta de respeto hacia él, pero no puedo evitarlo, siempre he odiado esas preguntas, siempre me han parecido casi tan patéticas como las típicas de "¿Cual es tu color favorito?" o "¿Que haces?".

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