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La lluvia caía a cántaros a través de la ventana, había sido un fin de semana tormentoso en Westford. Habían pasado tres días desde el famoso encuentro en la playa entre Cameron y yo, y cada vez era más difícil disimular frente a las personas. En las mañanas yo esperaba que él se levantará para desayunar juntos, claro, siempre estaban April o Patrick para disimular. En las tardes eran Ellen o Louisa las que me acompañaban a verlo en su entrenamiento de béisbol. Por las noches solos nosotros dos subíamos al techo de la casa y mirábamos las estrellas que eran las únicas que brillaban tras un día lluvioso como hoy.

—Hoy no tengo entrenamiento —la voz de Cameron inundó la habitación llamando la atención de Patrick, quien se encontraba en la cama leyendo uno de mis escritos, y por supuesto mi atención—. El campo de béisbol está lleno de charcos enormes.

Sonreí porque Cameron parecía un pequeño bebé a punto de llorar. Lo entendía el béisbol era su vida, lo amaba casi tanto como a Becca.

—Ven aquí —lo llamé para que se sentara junto a mí frente a la ventana—. Disfruta de la lluvia.

Cameron no parecía para nada entusiasmado con la idea, pero cuando le ofrecí una de mis tímidas sonrisas, pareció rendirse y ceder.

—Si quieren hacer cosas sexuales puedo irme y cerrar la puerta —ahí estaba la broma de Patrick. Le arrojé una almohada y Cameron rió sentándose a mi lado.

—Buenos días beisbolista.

—Buenos días escritor.

—Los dos están que escupen miel —dijo Patrick rodando los ojos.

A Cameron no pareció importarle para nada las palabras de Patrick porque estaba más concentrado en atrapar mi labio entre los suyos. Cosa que también me desconcentró de inmediato. Los labios de éste chico eran adictivos, y casi magnéticos, para mí.

—Tengo miedo Cameron —suelto sus labios y lo abrazo enterrando mi rostro en su cuello—. Este pueblo está lleno de prejuicios ¿Qué pasa si no nos aceptan? ¿Qué pasa si nuestra familia no saca de sus vidas? ¿Qué pasará con Becca o con mis padres?

Cameron se soltó de nuestro abrazo y tomo mi rostro entre sus manos. Su mirada no parecía para nada preocupada con mis preguntas ¿Cómo puede estar tan tranquilo? Yo estoy muriendo de miedo ¿Cómo voy a contarle a todos que éste chico frente a mí se me ha metido bajo la piel? Yo siempre he sido bueno escribiendo no hablando de cosas tan personales como mi primer amor.

—Nathan, yo no estoy muy seguro como funciona esto de las relaciones amorosas, pero creo que sí somos novios debemos apoyarnos. No permitir que el otro se desarme solo. No tengas miedo, yo creo que nada de eso va a pasar y si ocurre, nos tenemos el uno al otro.

Tenía tanto miedo, pero ahora que lo pensaba mejor, ninguna de las cosas que me preocupaban, me aterraban tanto como perder a Cameron. Puede sonar egoísta, pero yo quería ser quien estuviera en cada logro de su vida, quería abrazarlo en cada derrota, quería compartir noches y días con él, y si no me llenaba de valor para enfrentar lo que se viene, eso no podía pasar.

—Chicos no teman —intervino Patrick desde la cama—. Si ustedes tienen algún problema, aquí estaremos nosotros o por lo menos yo siempre estaré para ambos.

Todo esto me hizo sentir reconfortado, en el fondo sabía que ésto iba a tener sus complicaciones, pero siempre contaremos con personas dispuestas a brindarnos su apoyo.

—Entonces, será esta noche cuando le digamos a todos la verdad.

***

Camino por las calles de Westford junto a Cameron. La noche está muy calmada y los relámpagos destellan sobre las calles del pueblo, como si quisiera capturar su imagen en fotografías.

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