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Cameron seca la lágrimas rebeldes que se cuelan por mis mejillas con su dedo pulgar. Todos esos recuerdos me hacen sentir vulnerable bajo su atenta mirada, a veces recuerdo los gritos, los golpes, las burlas y siento un escalofrío recorrer mi columna vertebral, pero ahora es diferente porque Cameron está a mi lado. Siento como se acerca y pasa su nariz por mi mejilla. Pierdo el control de mi cuerpo y los fuegos artificiales hacen un desastre en mi corazón y mi estómago.

-No debes atormentarte más con eso -susurra en mi oído-. No sé porqué, pero no puedo estar lejos de tus labios.

Su comentario manda al carajo todo lo que dije anteriormente y los recuerdos oscuros, solo puedo sentir su respiración golpear mi mejilla y los nervios acabar con mi autocontrol, poniendo mis manos a temblar, y no de frío precisamente.

-Cameron, no puedes decir esas cosas, tú yo no podemos...

-Shh déjate llevar -dice haciéndome reír, él puede ser realmente seductor para ser tan joven.

Él me recuesta sobre la grama y se pone sobre mí en un movimiento rápido, su cuerpo está tan pegado al mío que siento el latir se su corazón chocar contra mi pecho con rapidez, me siento tan feliz de no ser el único con los nervios hecho un desastre. Miro las luciérnagas volar a nuestro alrededor y casi quiero llorar, nunca había vívido algo parecido.

Miro a Cameron y su rostro dibuja una hermosa sonrisa entre sus labios, él también mira las luciérnagas y luego mira mis ojos divertido.

-¿Qué es tan gracioso beisbolista? -pregunto con la voz más ronca que de costumbre.

-Tus ojos brillan, como las estrellas, la luna y éstas luciérnagas -dice mirándome con una intensidad increíble-. Siento que me hipnotizan.

En ese momento olvido como respirar, mi pecho sube y baja de manera irregular. Nunca nadie me había dicho algo como eso ¿Quién es éste chico y que hizo con el Cameron que me aseguro que no éramos maricas? Nunca pensé que los ojos fuesen algo del otro del mundo, pero esas palabras han hecho que me sienta orgulloso de tenerlos. Gracias mamá.

Él mira mis labios como si en verdad los anhelara, yo también miro los suyos, él cierra cada vez más el espacio entre nosotros y toca mis labios colocando sus manos sobre mis mejillas, mientras yo me dejo llevar y paso las mías por su espalda, sintiendo como mis dedos tiemblan con cada caricia que doy sobre su dorso.

El atrapa mi labio inferior entre los suyos y succiona con calma, como si no estuviera tan desesperado como está su respiración. Es mágico, es como sentir la gloria. Sus labios barren los míos con calma haciendo que pierda la cordura cuando su lengua acaricia la mía, al principio todo es tímido, pero de repente todo se vuelve un poco más apasionado.

Dejamos de besarnos solo cuando sentimos que nos falta el aire, él se rueda y deja de aplastarme para recostarse a mi lado. No decimos nada por un rato, no nos miramos, solo observamos las estrellas adornar el cielo. Ojalá éste momento jamás acabara, ojalá éste miedo a perder todo ésto no existiera, ojalá no supiera que después de irnos de aquí todo será como antes.

-Tus labios son adictivos -dice él mirándome después de un buen rato, yo me giro, quedando frente a él y no puedo evitar sonreír al ver su rostro. Sonrisa que desaparece cuando recuerdo que todo acabara pronto- ¿Qué ocurre?

-Tengo miedo -decido ser sincero-. No quiero que todo esto acabe.

-No puedo prometerte nada -dice Cameron después de un largo silencio-. Pero si quieres podemos venir aquí de vez en cuando para... Ya sabes... Estar solos.

Sus palabras removieron mi corazón que comenzó a latir con fuerza, mientras en su rostro se pintaba del más hermoso carmesí que he visto en mi vida ¿Él me estaba pidiendo una especie de aventura secreta? No es lo que yo esperaba, pero por tratarse de éste chico, que ha llegado a revolucionar mis hormonas, estaba dispuesto a intentarlo.

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