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Camino con calma por las calles junto a Ellen probando unos helados de la tienda, ambos disfrutamos del camino y de nuestra compañía. Es la primera vez en una larga semana que me siento alegre y tranquilo. No me importa las personas que me miran mal o los que hablan de mí sin ningún disimulo, solo me importa vivir el momento con quiénes me quieren, específicamente con Ellen.

-Ya quiero llegar a casa para contarle a Cameron acerca de mí nuevo trabajo.

-Te aseguró que estará muy feliz cuando lo sepa.

Caminamos un rato más por las calles hasta que el sol comienza a caer. Nos dirigimos a casa entre bromas y risas, pero como no todo puede ser perfecto, al entrar a casa me encuentro con la mirada preocupada de Becca, quien camina por toda la sala de la casa dando vueltas sin parar. Ellen y yo nos miramos y luego miramos a Becca.

-¿Está todo bien? -pregunto. Becca nos mira a ambos, a penas dándose cuenta que llegamos a casa y en verdad me siento preocupado.

-Emm... Sí -dice, pero no parece muy segura-. Nathan creo que debes hablar con Cameron.

Al escuchar esas palabras mi corazón se acelera, siento un presentimiento de que algo malo pasa y no me gusta estar a la espectativa.

-¿Por qué? -pregunto acercándome a Becca- ¿Paso algo malo?

Ella me mira, no dice nada y me siento peor, el miedo invade mi cuerpo, sin embargo una pequeña sonrisa se dibuja en su rostro, como para tranquilizarme, como cuando era niño y me raspaba las rodillas los veranos aquí en Westford, jugando con ellas y Patrick.

-Es mejor que hables con él -me dice dirigiéndonos a su habitación-. Te necesita ahora.

Becca me acompaña hasta la puerta, me aprieta el hombro y luego se va. Nada me hace sentir mejor, sé que algo malo está pasando. Miro mi helado, está casi terminado y se empieza a derretir, no encuentro donde dejarlo así que levanto mi mano libre y toco la puerta; no hay respuesta. Eso no me hace sentir mejor, respiro varias veces para calmarme y no hacer un drama de algo que aún desconozco, giro la manilla de la puerta y la abro con lentitud, como en las películas de terror.

Observo la habitación está casi a oscuras, solo unos rayos de los faroles de la calle se escapan entre las cortinas. Por unos segundos no sé dónde está Cameron, pero luego lo encuentro sentado en una de las camas individuales de la habitación, sus manos están sobre sus rodillas, parece que aún lleva el uniforme deportivo.

-¿Cameron? -él no responde.

Camino un poco más por la habitación, sintiendo que quizás algo le ha pasado, en el camino tropiezo con varias cosas, una de las una papelera donde dejo el resto de mi helado. Cameron aún no se gira a mirarme, pero sé que me está escuchando. Me siento a su lado en la cama y tomo sus manos, solo cuando estoy ahí me doy cuenta que ha estado llorando y que se ve realmente molesto por algo, con su ceño fruncido.

-Cameron -lo vuelvo a llamar, él no me mira, tampoco responde, pero toma mi mano entre las suyas con fuerza y empuña sus labios en una fina línea- ¿Qué pasa?

Él gira su rostro lentamente, me mira durante unos segundos, sus ojos están llorosos y sé que contiene las lágrimas, porque su rostro está rojo. Tomo sus mejillas entre mis manos y antes de que pueda hacer algo más, él se acerca a mí y atrapa mis labios entre los suyos, poco a poco se me van olvidando las preocupaciones. Sus labios tocan los míos en repetidas ocasiones hasta que decide morder mi labio inferior y comenzar una danza entre nuestras bocas. El beso no tarda mucho y no pasa de ahí. Cameron me envuelve entre sus brazos y recuesta su barbilla sobre mi hombro.

-Renuncié al equipo de béisbol -susurra.

-¿Qué? -me separo de él y vuelvo a sostener su rostro entre mis manos- ¿Por qué?

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