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No sabía como sentirme después de aquel beso que compartimos Cameron y yo. Por un lado estaba la culpa presente por haber besado a alguien de tan solo catorce años, quien de paso es algo así como mi primo, y por otro estaba la emoción y los nervios porque por fin había obtenido mi primer beso; el recuerdo parecía no querer salir de mi cabeza.

—Estás muy pensativo —dice Ellen sentándose a mi lado con un enorme tazón de palomitas.

Le sonrío, pero no respondo, solo me quedo mirando a algún punto perdido de la habitación.

—¿Estás bien? —vuelve a hablar mi prima tomando mi hombro para que voltee a verla.

La verdad es que no sabía ni como estaba, Cameron no dijo nada después del beso, solo me ayudo a cruzar el pozo en silencio, sin mirarme a los ojos ¿Era eso una mala señal? No lo sé. Quería contarle a Ellen lo que estaba pasando, ya que ella siempre ha sido como una hermana para mí y sé que si me pasa algo en las únicas dos personas en las que puedo confiar ciegamente es en ella y en mi hermano Patrick, pero no era tan fácil, siempre he tenido miedo de expresar mis sentimientos abiertamente y ésta era una de esas veces.

¿Qué le iba a decir? ¿Qué estaba sintiendo cosas extrañas por Cameron? Sé que ella no me va a juzgar, pero no significa que no me va a reprender por sentir cosas por un chico que prácticamente es nuestro sobrino. Mi mente es un verdadero lío.

—Ellen... —comienzo, pero no sé como comenzar, ni que decir.

—Nathan me estás preocupando —dice apartando su tazón de palomitas—. Si algo te ocurre sabes que puedes confiar en mí.

Esas últimas palabras me hicieron mirarla a los ojos.

Han pasado tres días desde el beso entre Cameron y yo, él parece ignorarme y eso me desespera. Entiendo que quizás él está tan confundido como yo, pero no entiendo porque no lo habla conmigo. He intentado acercarme a él, pero Cameron solo huye en cuanto tiene una oportunidad y eso me hacia sentir muy mal. Necesitaba desahogarme con alguien.

—Es que no sé ni por donde empezar —digo sintiendo mis mejillas ponerse rojas.

—Quizás por el principio, porque te advierto que no me iré de aquí hasta saber que te pasa —asegura.

La miro a los ojos, buscando en mi mente las palabras que voy a decir, tratando de ordenarlas y al darme cuenta que eso no parece funcionar, me dejo de rodeos y hablo.

—¿Cómo sabes cuando alguien te gusta?

Ellen coloca su dedo índice sobre sus labios luciendo pensativa y luego se gira hacia mí con una pequeña sonrisa entre sus labios.

—No lo sé, supongo que es cuando sientes todas esa cosas cursis que dicen en los libros acerca de ponerse nervioso cuando estás cerca de la persona que te gusta, que tu corazón se acelere cuando lo veas, que no dejes de pensar en esa persona o quizás las ridículas mariposas en el estómago —dice sonriente— ¿Por qué? ¿Estás enamorado Nathan?

—Enamorado es una palabra demasiado fuerte —digo analizando sus palabras, justo así me siento con Cameron—. Yo diría que tengo una atracción incontrolable.

Su mirada me analiza durante un largo rato, tal y como lo hace Patrick cada vez que busca respuestas dentro de mí. Es evidente que eso me pone nervioso y comienzo a sonrojarme más ¡Estúpidas mejillas sensibles!

—¿Incontrolable? Esa es una palabra intresante —dice con seguridad—. Deberías ser más específico y darme más detalles.

—No me malinterpretes —advierto antes de continuar—, quiero contarte todo lo que me está pasando, pero no es tan fácil. Siento una atracción por alguien con quien quizá jamás llegare a nada.

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