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Siempre me ha gustado el campo de béisbol de Westford por el olor a manzanas que hay a su alrededor. La historia cuenta que antes de Westford ser el pueblo que es hoy, fue un bosque de manzanos y pinos, ambos tipos de árboles eran sembrados para sacarle provecho en otoño e invierno. Es hermoso éste lugar en las fiestas, las estrellas pintan el cielo como las luces naturales de la navidad. Mi padre, cuando yo era pequeño, trabajaba en verano en los campos de manzanos, recolectando y sembrando, me gustaba hacer eso cuando era pequeño, pero ahora que he crecido es tan diferente.

Camino por el campo inhalando el aire puro del lugar, en el fondo creo que también lo hago para llenarme de valor. Mamá siempre me recuerda que respire para mantener la calma y ahora, cada vez que pasó por una emoción difícil, intento respirar para estar lo más tranquilo posible. Recorro el pasillo camino a los vestuarios con la mayor firmeza que puedo, miro los trofeos y los recuerdos colgados en una vidriera de camino, y cuando llego a mi destino toco la puerta. Pasan unos segundos, cruzó mis manos y la puerta se abre. Un hombre de cabello negro, con algunas canas, que parece bastante atlético se encuentra frente a mí. Lo conozco, es el entrenador, pero lo había visto desde que era pequeño desde el campo de manzanos mientras jugaba béisbol, creo que su nombre es Charles.

—Hola —me saluda, sus gestos muestran sorpresa al verme— ¿En qué puedo ayudarte?

—Creo que ya me conoce —digo mirándolo a la cara—. Soy Nathan el... Novio de Cameron.

Noto que es la primera vez que tengo que decirle a alguien que no es de mi familia, ni mi amigo, que Cameron es mi novio. Se siente raro, pero sorprendentemente no me da miedo admitirlo. No es un crimen ser gay.

—Todo el pueblo te conoce —asegura.

Se hace un lado y me deja pasar. La oficina parece la típica oficina de un amante de los deportes, con banderines colgados, medallas y trofeos. Me invita a tomar asiento en la silla frente a su escritorio, acepto, cruzó mis manos sobre mis piernas para ocultar mi nerviosismo y el entrenador se sienta del otro lado.

—Estoy aquí por Cameron.

—Lo supuse —dice cruzando sus manos sobre la mesa— ¿Cómo está él?

—Tan bien como puedes estar alguien que dejo su sueño a un lado —digo más brusco de lo que deseaba—, y tan bien como puede estar alguien a quien sus compañeros han decidido juzgar porque le gusta un chico y no por su desempeño en el campo.

—Él decidió renunciar.

—Lo sé —susurro—, pero tomo esa decisión porque los chicos fueron crueles con él. Cameron es uno de los mejores deportistas que tiene su equipo y usted lo sabe, el hecho de estar conmigo no debe ser un problema para el equipo.

>>Yo sé que él renunció, pero Cameron ve en usted un mentor y si usted habla con los chicos y también habla con Cameron creo que podrá convencerlo de volver.

Me quedo en silencio esperando su respuesta. El entrenador me observa en silencio por un largo minuto, no me gusta ser observado, pero tengo que enfrentar eso, no puedo seguir permitiendo que la inseguridad me aleje de mis objetivos. Basta de pensar que hay algo malo en mí, si yo veo que tengo alguna debilidad, los demás la verán también.

—Pensé que lo tuyo con él eran cosas de niños —suspira—. Creo que me equivoqué, si no, no estuvieras aquí diciéndome todo esto.

>>Para mí que Cameron sea gay es algo muy de él, no tengo porqué juzgarlo y sería una gran pérdida para el equipo que él se retirara definitivamente. Debes sentirte orgulloso Nathan. Hablaré con Cameron.

—Gracias... —iba a decir algo más pero el entrenador me interrumpe.

—No me agradezcas —hace una pausa y coloca su mano en su barbilla—. Hablaré también con el equipo y les diré todo lo que me acabas de decir.

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