Los siguientes días no fueron fáciles para mí. Observaba a Cameron moverse por la casa con su típico atuendo, sin camisa y con pantalones holgados. Él me saludaba cada vez que nadie nos miraba, sonriendo, a veces de manera pícara, a veces de manera tierna. No podía evitar sentir mi corazón latir con fuerza ante el más mínimo roce de nuestra piel.
Cameron parecía notar que su presencia tenía reacciones en mí, ya que hacía lo posible porque nos encontráramos por toda la casa. Si yo estaba en el baño, él siempre tocaba preguntado si estaba ocupado. Si yo estaba en la cocina al él casualmente se le ofrecía algo que estaba cerca de mi alcance. Incluso, desde hace unos días, él se sienta a mi lado en la mesa y golpea de una forma no muy disimulada su rodilla con la mía.
Creía que me estaba volviendo loco, pero eso no era ni la mitad de lo que me esperaba con Cameron.
Justo ahora, mi cuerpo parece temblar de nervios y de emoción. Por primera vez en mi corta vida haría una gran hazaña, llegaría hasta la famosa Cascada de Westford. Un lugar paradisiaco al cual solo pueden llegar aquellos que saben nadar, cosa que yo aprendí hace muy poco.
Observo a todos despojarse de sus prendas extras para quedarse en trajes de baños. Mis primas, como siempre, se roban una que otra mirada, cosa que pone claramente celoso a Billy el, casi novio, de mi prima Ellen. Luego le preguntare que tal va esa relación.
—Bueno Nathan —dice April llamando mi atención—, todos ya estamos listos solo faltas tú.
Mi corazón parece detenerse por un instante, es cierto, esto es muy emocionante, pero eso no evita que yo sienta nervios ¿Qué pasa si se me olvida como nadar y empiezo a ahogarme? He oído a muchos decir que el pozo bien puede tener una profundidad de tres metros o más. No sería tan fácil salir a la luz si yo me hundo.
Riendo de manera nerviosa, me saco la camiseta un poco cohibido ante las miradas de todos sobre mi cuerpo. He dicho muchas veces que soy inseguro de mi mismo y que actuo con torpeza cuando soy el centro de atención de las personas.
Antes de que pueda dar un paso, una mano se estrella contra mi espalda, causando que de un respingo. Me volteo para ver con mala cara a quien sea que esté detrás de mí.
—Mejor adelántense ustedes —dice Cameron observándome con una sonrisa—. Yo voy ayudarle a Nathan, no queremos que se ahogue sin conocer la cascada.
Su mano aún se mantiene en mi espalda, pero ya no quiero mirarlo mal, más bien me río de manera nerviosa como agradecimiento, ya que, junto a él siento menos miedo de pasar el pozo con semejanza a una piscina olímpica.
—¿Estás seguro? —pregunta Billy mirándonos a los dos y ambos asentimos—. Porque si necesitan ayuda...
—No seas pesado hombre —lo interrumpe Cameron —. No es como si tuviera que cruzar a Nathan cargado en mi hombro.
Esa es una propuesta tentadora. Ir sobre su fuerte y atrayente espalda, muy pegado a su cuerpo, el simple pensamiento me avergüenza y me calienta a la vez. Jesús.
Billy asiente y emprende su rumbo seguido de Ellen, quien también pregunta si voy a estar bien y yo le respondo con un tímido sí, detrás de ellos mi primas Louisa y April se sumergen en el agua saludándome cuando van a mitad de pozo.
La mano de Cameron abandona mi espalda y él se coloca frente a mí sonriendo de manera pícara, subiendo y bajando sus pobladas cejas una y otra vez. Odio que me haga sentir nervioso.
—¿Vamos? —pregunta tendiéndome su mano.
—¿De verdad no vas a dejar que me ahogue?
El rueda sus ojos sin borrar esa sonrisa de su rostro y alza las manos como si estuviese a punto de tomar un juramento. Todo ésto me hace reír.
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Entrégate
RomanceNathan es un chico homosexual de 17 años que nunca ha besado a nadie, nunca ha tenido novio ni algo parecido. No cree conseguir el amor, hasta que le toca pasar el verano con sus tias en Westford y sin darse cuenta el destino lo mezcla nada más y na...