-¿Cual es tu mayor miedo? -pregunta Cameron.
Toma una manta aterciopelada y la pasa por sobre nuestros hombros. Ambos estamos sentados en el mirador. Es nuestra última noche juntos antes de que tenga que ir a Londres para estudiar.
Acordamos un plan de visitas es cual nos hará vernos, por lo menos, una vez al mes. No quiero olvidarme de Westford, éste es mi hogar ahora. Lo bueno es que no estaré solo en la ciudad, pues Louisa me acompañará ya que ella estudia psicología en otro instituto y Ellen también irá para comenzar su carrera universitaria. Además viviré con Lena en su pequeño departamento el cual le ayudaré a pagar cuando consiga un trabajo de medio tiempo. Parece duro pero lo lograré.
-La soledad -miro a Cameron a los ojos. Sonrío al notar el brillo que hay en ellos al reflejarse con las luces nocturnas del pueblo y las típicas luciérnagas-. Pero no de la manera que piensas, tengo miedo a que nadie esté feliz de verme algún día, a no conseguir a un amigo con quién hablar o a alguien con quien compartir mis aventuras.
-Compartir aventuras -saborea las palabras como si probara su significado.
-¿Y tú a qué le tienes miedo? -pregunto recostando mi cabeza sobre su hombro.
-Va a sonar tonto -anuncia-, pero le tengo miedo a las decisiones.
-¿A las decisiones?
-Sí -responde mientras pasa su mano por mi cabello-. Las decisiones que tomamos definen quienes somos, yo temo no tomar las decisiones correctas y que después no pueda remediarlas.
-Entonces no le temes a las decisiones -digo, mientras mis manos hacen figuras imaginarias sobre su pantalón-. Le temes a los errores, eso no es estúpido, es algo normal, el punto está en no dejar que el miedo te impida tomarlas.
-Lo mismo podría decir yo -sonríe tomando mi barbilla entre sus dedos para que lo mire-. Que el miedo no te derrumbe, la soledad es efímera, siempre va a existir alguien que te quiera, siempre y cuando tú le permitas ser parte de tu vida.
No decimos más nada, solo nos miramos. Me gusta estar a solas con él, me hace sentir que no importa más nada en el mundo si no nosotros. Voy a extrañar verlo todos los días, pero nos hemos prometido superar éste obstáculo también. April no los dijo hace unos días: "Si superaron todas las situaciones que les tocó vivir en éste verano, podrán superar unas horas de distancia".
-¿Recuerdas todo por lo que pasamos éste verano? -cuestiono sin dejar de mirarlo.
-Claro que sí -asiente-. Recuerdo cuando te vi por primera vez en el baño, mi corazón se aceleró mucho ese día. Recuerdo el miedo que sentí cuando me empezaba dar cuenta que me gustabas. Recuerdo que sentí celos al verte bailando con Robert. Recuerdo la idiotez de besar a Jossie. Recuerdo nuestra primera cita, la visita a la playa, mi fiesta de cumpleaños, cuando te pedí que fueras mi novio, nuestro primer beso, cuando me dijiste que me amabas y tantas cosas que jamás olvidaré y eso que solo tengo quince años.
-Tu edad me hizo sentir mal durante mucho tiempo.
-¿Y ya no te sientes mal por eso? -pregunta pasando su mano por mi cintura para pegarme más a él.
-No -susurro-. Para el amor la edad no importa.
-Ni el género tampoco.
Con esas palabras volando en el aire, Cameron atrapa mis labios entre los suyos. No puedo evitar pensar que ésto no es una despedida, pues nuestra historia apenas comienza, desde que lo conocí, desde que me respondió que también me amaba, desde nuestro primer beso, sentí como mi miedo a la soledad se iba disipando, pues ese miedo se basa en el futuro, y a mí ya no me importa mucho lo que ocurra mañana, si estoy entre sus brazos hoy.
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Entrégate
RomanceNathan es un chico homosexual de 17 años que nunca ha besado a nadie, nunca ha tenido novio ni algo parecido. No cree conseguir el amor, hasta que le toca pasar el verano con sus tias en Westford y sin darse cuenta el destino lo mezcla nada más y na...