Jeremy me humilló delante de toda mi escuela hace algunos años, me dijo cosas que dolieron como la mierda y sé que muchos se preguntan porqué lo perdoné, mi respuesta es sencilla: no lo sé. No es por ser un mártir, no es por creer que seré la persona perfecta, solamente logro justificarme diciendo que él hizo lo que casi ningún ser humano es capaz de hacer, aunque lo neguemos; él me pidió perdón. Siempre he tenido una debilidad, creo que ya lo había dicho antes, soy de esas personas a los que le cuesta desearle el mal a quién le ha hecho daño, y mucho más cuando están sufriendo.
Alzo la mirada del pastel, el cual en el centro lleva una vela con la forma del número dieciocho. Los observo a todos, esas personas que están ahí, son a los que de verdad les importo. Miro a Louisa quien aplaude junto a April, ambas cantan y me sonríen. Miro a Ellen quien está al lado de Billy, él canta, mientras la abraza por detrás, ambos sonríen, pero veo tristeza en sus corazones, pronto se van a separar. La tía Catalina y la tía Eleanor me miran animadas mientras hacen lo que el resto, a mi lado derecho están Becca y Cameron, éste último tiene su mano alrededor de mi cintura. Por último a mi lado izquierdo se encuentran Robert, Lena y Jeremy, el cual entró porque yo mismo se lo pedí, parece un poco intimidado, pero aún así canta la canción de cumpleaños.
Soplo las velas y el lugar estalla en aplausos, son diferentes las felicitaciones que llegan a mí y antes de fijarme todos estamos sentados en la sala charlando y comiendo pastel.
-¿Cómo fuiste capaz de perdonarlo? -pregunta Cameron después de tomar un bocado de mi pastel para colocarlo en su boca. Ruedo los ojos.
-No lo sé -digo tomando parte de su pastel como venganza-. Creo que su perdón me ablandó el corazón.
-Eso suena a algo que dirías tú -sonríe. Toma mi plato en sus manos y lo aparta dejándolo en una mesa, se acerca a mí y pega su frente con la mía, y en un acto muy íntimo, nuestras narices rozan-. Acompáñame.
No lo pienso dos veces, me pongo de pie, él hace lo mismo y toma mi mano para arrastrarme fuera de la casa. Todos parecen tan entretenidos en sus propias conversaciones que ni siquiera parecen notar que nos vamos.
Llegamos al techo de la casa, es un lugar amplio, y pesar de siempre estar oscuro, hoy es iluminado por las luces de las casas que colindan con la nuestra. Algo que siempre he admirado de éste lugar, es que se puede ver la colina donde están los manzanos que dan con el estadio de béisbol, es una vista hermosa. Justo frente a ese paisaje se encuentra tendida una manta con unos cojines, sobre una pequeña colchonetas como las que usas para ir de campamento.
-Ven -me ordena Cameron cuando está recostado de lado en la colchoneta, palmea el espacio que hay a su lado.
Sin pensarlo me acerco a él y me recuesto de lado, después de quitarme los zapatos. Pasa sus manos alrededor de mi cadera y me pega hacia él, no me resisto, incluso dejo que sus piernas se entrelacen con las mías. No podemos estar más cerca.
-¿Qué es todo esto? -pregunto, aunque mi concentración se pierde un poco cuando siento que sus labios cepillan los míos un poco tímido.
-Se supone que era mi regalo -dice separándose un poco, veo como sus comisuras se alzan cuando se aleja un poco para mirarme a los ojos con esos destellante a ojazos que tiene-. Ahora creo que él afortunado de esta noche soy yo.
Ambos sonreímos y nos acercamos con parsimonia, su aliento choca con mis labios, luego sus labios están atrapando los míos en una succión tierna e irresistible, suelto un suspiro que le da cabida para que su lengua baile con la mía. Lo estoy disfrutando, pero hay un problema, la admisión para estudiar en Londres. Sé que debo decirle ahora, porque deberé irme en unas semanas si lo decido.
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Entrégate
RomanceNathan es un chico homosexual de 17 años que nunca ha besado a nadie, nunca ha tenido novio ni algo parecido. No cree conseguir el amor, hasta que le toca pasar el verano con sus tias en Westford y sin darse cuenta el destino lo mezcla nada más y na...