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Las carcajadas de JongIn le devolvieron a la realidad. Se encontraba de rodillas en la cama, a un paso de él, si estirase su mano lo podría tocar, si...

<< ¡No!>> Se gritó así mismo por dentro. Si quería liberarse de las cadenas que le aferraban a quien amaba tendría que levantarse de la cama e irse sin mirar atrás, hacer oídos sordos a los gritos melancólicos de su alma cuando se juró a si mismo no volver a ver al moreno.

—Cuando te haces el difícil me pones duro. Consigues que desee borrarte esa sonrisa orgullosa que exhibes, que quiera marcarte el cuerpo con mis manos, con mis dientes, llenar tu boca con mi semen. Aplastarte contra el colchón mientras te follo de forma dura hasta que me ruegues por dejarte correr. Con cada palabra JongIn fue acortando la distancia entre el paralizado y boquiabierto omega. Sabía que a SeHun le ponía que le dijera las cosas que le quería hacer, que fuera directo con sus palabras y que le mostrara quien era el que dominaba aquella relación.

Con sus otros amantes no disfrutaba tanto sometiéndolos, ni marcándoles para que tuvieran en mente los días posteriores a sus encuentros, con SeHun era diferente, sentía la necesidad de hacerlo suyo, de hacerle daño para cuando se sentara  sintiera dolor, así lo recordaría y lo tendría en mente siempre. Amaba marcar su pálida piel y admirarla luego de sus fogosos encuentros. Se sentía como un animal, posesivo, a punto de volverse loco si no lo tenía en sus brazos, si no sentía que se le entregaba en cuerpo y en alma cada vez que se encontraban en aquellos moteles de mala muerte a los que acudían en secreto, entre la hora de almuerzo o de salida del trabajo, para asi no alertar a sus círculos más cercanos y, los que les podrían traer problemas.

SeHun era su mayor pecado, su oscuro secreto que mantendría a salvo siempre. Para los alfas era cosa de linaje el solo utilizar a los omegas de bajo nivel económico, a los seres que eran inferiores a ellos, pero, para él la cosa había cambiado desde que había conocido a aquel chico de carácter fuerte, y de muy buen cuerpo. Se había enamorado, por eso no permitía alguna clase de cercanía que tuviesen otros con SeHun. SeHun era de él, aunque no lo quisiese comprender.

En su mundo el amor era una debilidad...

JongIn estuvo a punto de reír por lo que estaba pensando...

Se quedó paralizado observando los ojos del hombre que le sometía con su presencia, con sus palabras, con sus...

No pudo evitar temblar cuando sus manos le rozaron el pecho, arañándole, clavándole las uñas y sacándole sangre, dejándole una marca parecida a unas garras encima del corazón.

—Joder...—Siseó SeHun de dolor intentando alejarse de este.

No pudo hacerlo, JongIn le empujó con fuerza contra el colchón, posicionándose encima de él, reteniéndole las manos por encima de su cabeza, sujetándole las muñecas con fuerza hasta que le hizo daño.

—A eso hemos venido, SeHun, a joder, y créeme que te voy a follar hasta que te permita correrte. Esta noche me llamaras "mi amo".

Le acabó diciendo sonriendo de puro placer al notar la cara de rabia que ponía el omega. Le había hecho daño, no era la primera vez que lo maltrataba intentando marcar su territorio en aquella extraña relación

—En tus sueños te llamaré "mi amo", JongIn. Si quieres que una perra siga cada una de tus órdenes, sal de este cuarto y búscate a una de las betas que te follas. No olvides que puedo romper tu cuello con mis propias manos, que mi misión es eliminar a los que molestan a los de mi especie, aunque este mismo sea mi propio jefe.

Lo sabía. Era consciente de su fuerza, de su potencial en su trabajo, a pesar que odiaba que se expusiera de esa manera ante la muerte, pero no podía hacer nada.

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